Para ver a la justicia ganar. Por un mundo que trascienda las divisiones y donde el esfuerzo sea recompensado

Shizuka Funayama

¿Cómo podemos mejorar la sociedad? ¿Cómo resolver los problemas estructurales de la sociedad? Con estas preguntas en mente, Shizuka Funayama lleva más de 10 años trabajando en el campo de la cooperación internacional, acumulando experiencia en empresas comerciales, embajadas y ONGs, y brindando sus servicios a empresas sociales de capital de riesgo durante su periodo como autónoma. Entró a TYPICA en abril del 2023 y fue nombrada ejecutiva de dirección en noviembre del mismo año.

En la actualidad, como miembro de gerencia, es responsable de las iniciativas de sostenibilidad y de la gestión de proyectos financiados por el gobierno, y al mismo tiempo promueve la creación de un formato de “super empresa” en la que todos y cada uno de los empleados puedan llevar una vida plena y desarrollar todo su potencial. Shizuka dice: “TYPICA es el lugar que se acerca más a mi ideal”.

TYPICA puede trascender las divisiones

Shizuka guarda un recuerdo inolvidable de su época universitaria. Fue cuando en un curso especial oyó la historia de unos refugiados que llegaron a Japón desde algún lugar del sudeste asiático como boat people (personas que huyen de su patria en pequeñas embarcaciones pesqueras o yates).

“Huí de mi país y estaba navegando a la deriva en un bote con otros refugiados, cuando se nos acercó un barco japonés. Pensé que nos rescatarían y nos llevarían a Japón, pero por alguna razón su barco dio media vuelta y se fue…” 

Su memoria es borrosa y puede que no sea exacta, pero la parte de: “su barco dio media vuelta y se fue” la recuerda perfectamente. 

—Pienso que tal vez la tripulación del barco quería ayudar a los refugiados, pero no pudieron por cuestiones legales y normativas. Imaginé a la tripulación teniendo que abandonar a la gente que tenían delante, y surgió en mí la pregunta de cómo resolver los problemas estructurales que causan esto.

Para encontrar la respuesta a su pregunta, tras graduarse trabajó en una empresa comercial especializada en Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), y luego se incorporó a la Embajada de Japón en Nigeria, donde participó en la formación y gestión de proyectos de ayuda. Al darse cuenta de su falta de conocimientos sistemáticos, estudió un posgrado en el que investigó sobre emprendimientos sociales en África. Luego trabajó tres años y medio en Peace Winds Japan, una ONG que ayuda a personas expuestas a crisis humanitarias causadas por catástrofes naturales y conflictos, en Japón y en el mundo. Fue responsable de la gestión de proyectos de ayuda financiados por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón y las Naciones Unidas.

Sin embargo, había muchos ámbitos en los que no podía entrar por limitaciones normativas y financieras, y el impacto que se podía generar era limitado. Mientras el mundo actual esté formado por Estados soberanos y no se pueda intervenir en asuntos internos, ni la ONU podrá resolver los problemas esenciales. Entonces tiene que hacerlo una empresa con recursos financieros independientes y estables. Con esto en mente, cuando era autónoma trabajó con empresas sociales que prestaban servicios a la base de la pirámide, en países en desarrollo, pero no podía imaginarse que el negocio se extendiera a otros continentes.

—Esta empresa tenía un buen historial en los países en desarrollo, y sigue creciendo, pero hay límites cuando se clasifica como “empresa social”. Esto tal vez sea porque, hacer del mundo un lugar mejor, se considera incompatible con la actividad económica del sector privado común. Creo que existe una gran brecha entre quienes están interesados en resolver los problemas sociales y en la cooperación internacional, y quienes no lo están.

— En este sentido, TYPICA no solo es una “empresa común” que distribuye granos de café verde a tostadores y consumidores, sino también una organización capaz de abordar problemas como la pobreza y los derechos humanos de los caficultores a través de su modelo de negocio. Percibí algo especial en la forma tan natural en que integran los aspectos sociales dentro de su actividad empresarial.

— Desde la gerencia, estamos impulsando esta iniciativa con la esperanza de que, en el futuro, logremos crear una entidad que trascienda los límites del gobierno o del Estado. Imaginamos una coalición de empresas como TYPICA que, con una voz sólida y unificada, sea capaz de superar divisiones y abordar los problemas estructurales de la sociedad.

Crear un mundo en el que el esfuerzo sea recompensado

Entre quienes se dedican a la cooperación internacional es muy conocida la frase “no les des pescado sino enséñales a pescar”. Aunque es cierto que se puede ayudar a algunas personas entregando dinero y materiales, hay un interrogante sobre la sostenibilidad. Esto es porque las personas se vuelven perezosas cuando se acostumbran a que alguien les ayude, o, a conseguir las cosas sin esfuerzo.

—No creo que todo el mundo deba ser ayudado de la misma manera. Por ejemplo, en el ámbito de ayuda a los refugiados, aunque son pocos los casos, he visto y oído hablar de engaños a la asistencia social. Hay personas que viven en sus casas, pero se registran como refugiados en los campos y ahorran recibiendo víveres para sufragar sus gastos.

—En Japón, algunas personas desfavorecidas por políticas inadecuadas marchan con pancartas exigiendo rectificaciones. No hay duda de que hay problemas con el sistema, y esa puede ser una forma de resolverlos, pero personalmente, creo que es importante primero tener la actitud de abrirse futuro uno mismo en vez de esperar que el sistema lo haga.

—Aunque queramos cambiar la sociedad, al fin y al cabo, se trata de cómo vive uno su vida. La capacidad de esfuerzo de las personas está influenciada por las circunstancias en las que han nacido y crecido, y creo que lo que hace que la gente supere esas limitaciones es el entusiasmo y no el sistema.

Shizuka tiene una visión coherente que elaboró cuando era universitaria, y es su deseo de ver ganar a la justicia. Aunque ha cambiado de lugares de trabajo y de enfoques para la solución de problemas, ha elegido la mejor opción que tuvo en cada momento para alcanzar su visión. Por el momento, TYPICA es la mejor solución para Shizuka.

—A través de la plataforma, el café cultivado con esmero por los pequeños productores puede valorarse justamente y venderse a un precio razonable, mejorando así su nivel de vida. Las familias pueden permitirse enviar a sus hijos a la escuela y soñar con un futuro. Con TYPICA, creo que podemos crear un modelo para difundir la justicia en todo el mundo, donde el esfuerzo es recompensado como es debido.

Los niños no pueden elegir en qué país, sociedad o familia nacen. Dependiendo de la situación del país, la situación económica de la familia, el capital cultural y las amistades de los padres, la vida de los niños puede llegar a tener brechas difíciles de llenar.

—Yo también a veces pienso que, si hubiera nacido y crecido en un entorno diferente, mi vida hubiera sido completamente distinta. Por ejemplo, nunca pensé en ser doctora o académica, pero si hubiera habido alguien así en mi entorno, habría seguido ese camino de forma natural. La cuestión es que la vida puede marcar una gran diferencia dependiendo de lo cerca que estén las infinitas posibilidades como opciones realistas. Creo que por eso la historia de los refugiados a los que le cerraron las posibilidades en su cara, capturó mi corazón cuando estaba en la universidad.

Vacilando entre “yo” y “el mundo”

Fue su entorno familiar el que hizo que Shizuka buscara la justicia. Su padre, que apenas trabajaba, se emborrachaba y era violento con sus gatos; era un excéntrico que se comportaba como ningún adulto sensato lo haría. Recuerda que, si había una oferta limitada en alguna tienda de electrodomésticos, hacía cola por la mañana y, si el producto se agotaba, discutía hasta conseguir el producto que buscaba.

No podía nacer el respeto hacia un padre así. Aunque biológicamente era su padre, no quería pensar que era su padre ni su familia. Cuando estaba en primaria, todos los días les decía a sus padres que se divorciaran. Con el tiempo sus padres se divorciaron, y en la primavera de su primer año de secundaria empezó a vivir en una nueva casa, junto a su hermana y su madre.

—Creo que mis sentimientos hacia mi padre cambiaron un poco desde que me alejé. Para mí, mi padre es como un artículo de lujo que quise tener, pero no pude. Hubo un tiempo en que perseguía sus recuerdos, pero desde que lo vi en su vejez, hace más de diez años, siento claramente que es algo que debo proteger en el futuro.

—En fin, tal vez porque crecí en una familia así es que nunca pensé en elegir una vida que dependiera de un hombre. Cuando tenía 20 años solía decir en público “yo no me voy a casar”. Sin embargo, pasados mis 25 años decidí casarme. Pensé que era un proceso de maduración para ser una adulta responsable, pero supongo que también influyeron las normas sociales.

A pesar de su fuerte deseo de vivir como alguien independiente, el camino de Shizuka se ha visto bloqueado por las convicciones sociales y los estereotipos. Era mediados de los noventa, y nadie era tan consciente como ahora de la existencia de familias monoparentales. Por ejemplo, en primaria, los profesores hacían responder a los alumnos sobre los integrantes de sus familias.  No pudo evitar incomodarse con que el mundo no se cuestionara en lo más mínimo la suposición de que “lo normal es tener un padre en casa”.

Los estereotipos y las convenciones sociales suelen manifestarse de un momento a otro en el día a día. Shizuka era becada y estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la prestigiosa Universidad de Waseda, y en sus entrevistas de trabajo parcial a veces le preguntaban si su padre era banquero o empleado de alguna empresa comercial.  Sabía que no preguntaban con mala intención. Sin embargo, cada vez que le lanzaban un prejuicio inocente, Shizuka no se sentía bien.

—Detrás de sus preguntas podía ver que pensaban que seguro yo había crecido en una familia rica sin pasar necesidades. Era como que mis esfuerzos y los de mi madre, que trabajaba de sol a sol, fuesen ignorados. Era muy desagradable. Cuando hablaba de mi familia me miraban incómodos, como si hubiera dicho algo inapropiado. Me parecía injusto que no pudieran aceptar mi entorno familiar sin juzgar el divorcio de mis padres, que no era más que un simple hecho.

Ser un modelo para alguien

Con esas experiencias, Shizuka desea ahora ser un modelo para los demás. Espera que mostrando su ejemplo pueda animar a niños de familias monoparentales como ella, niños de familias económicamente desfavorecidas, mujeres, y jóvenes que luchan contra las reglas tácitas de la sociedad.

—No es que mi camino haya sido el mejor, ni ha sido fácil especializarme en mi profesión, pero creo que puedo sentirme orgullosa de poder trabajar de una forma ideal, en una empresa en crecimiento y con prestigio, donde me desempeño como administradora de forma completamente remota.

—No te preocupes si no vives como el mundo quisiera que vivas. Tú decides lo que te hace feliz y tú mismo puedes conseguirlo. Quisiera decirlo con confianza, pero también siento que aún no me he liberado de los estándares sobre cómo deberían ser las cosas.

Shizuka sintió el peso de ir contra la corriente cuando eligió usar su apellido y no el de su esposo cuando se casó. Sólo alrededor del 5% de las parejas (al 2022) el marido cambia de apellido, y si restamos los matrimonios donde la esposa es la matriarca, la cifra es aún menor.

—No sabía si debía o no expresar mi intención de no cambiar mi apellido. Sin otro motivo racional para elegir el apellido de mi esposo aparte de la costumbre, llegué a la conclusión de que, si no puedo elegir mi propio apellido solo por eso, no tengo derecho a opinar sobre el empoderamiento de la mujer durante el resto de mi vida; así que decidí hablar.

—Sin embargo, aunque mi esposo aceptó sin problemas, sus padres no lo entendieron y la relación se deterioró. Cuando se lo conté a mis amigos hombres de mi edad, me dijeron que no podían creer lo que había hecho. Pienso que, si en realidad los hombres y las mujeres fuésemos iguales, no tendría que preocuparme por estas cosas ni chocaría con los demás.

Yo, la obra de mi madre

Shizuka desea ser un ejemplo para los demás, y es que nunca conoció a nadie que pudiera serlo para ella. Nunca tuvo sueños ni metas para el futuro hasta que entró a la universidad, pero tiene un currículum “espectacular”, ya que se licenció en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de la Universidad de Waseda y obtuvo un máster en Oxford.

—Si sólo te fijas en eso, pensarías que soy alguien que se esfuerza, pero no es así. Creo que solo tenía mejor memoria que los demás. Era de los que podían sacar la nota más alta en los exámenes de primaria sin ningún esfuerzo. Incluso para entrar en la universidad, sólo estudié como el promedio. Debo admitir que fui bendecida con la capacidad de hacerlo.

—Pero si en realidad fuese que me estoy esforzando sin ser consciente de ello, es gracias al entorno que me brindó mi madre. Crecer con una madre que trabajaba sin quejarse, puede que me haya ayudado a esforzarme todo lo que debía. A fin de cuentas, fue mi madre quien me crió como soy, y fue ella quien hizo el esfuerzo. En cierto modo, soy la obra y el producto de mi madre.

La fuerza motriz de Shizuka era su deseo de hacer que su madre viviera relajada y cumplir sus deseos. Recuerda que la cantidad de empleos disponibles para su madre era limitada, ya que solo era graduada de un instituto tecnológico y sin experiencia suficiente ni certificados que le ayuden a encontrar el trabajo ideal. La imagen de una madre que crió sola a sus dos hijas, cambiando de un trabajo a otro en busca de mejores condiciones, sigue viva.

—Nunca he visto a nadie trabajar tanto como mi madre. A veces salía de casa antes que nosotros por la mañana después de hacernos la comida, y no recuerdo haber cenado mucho con ella. Creo que los fines de semana rara vez tenía un día libre.

No sólo trabajó duro para criarnos, sino también hacía sola todas las tareas de la casa y no nos pedía nada, para que mi hermana y yo pudiéramos tener una infancia normal. Nos felicitaba cuando sacábamos buenas notas en los exámenes, haciéndonos creer que el esfuerzo da frutos. Nos apoyó siempre en nuestra carrera y decisiones… Para corresponder a la dedicación de mi madre, quería ser alguien que pudiera dejar algo a las generaciones venideras, y TYPICA me pareció el lugar ideal para hacerlo.

—Mi idea es contribuir a las próximas generaciones como un ejemplo, en lugar de tener mis propios hijos. Como “obra de mi madre” tengo una misión que cumplir y no quiero que el centro de mi vida sean mis hijos. ¿Cómo contribuir a la sociedad y qué legado dejar como mujer, en estos tiempos en los que la palabra “diversidad” existe, pero no se aplica en todas las sociedades? Creo que demostrando esas posibilidades a través de mi forma de vida y hacer que mi madre se sienta orgullosa de mí, es el mejor regalo que puedo darle en agradecimiento.”