No podemos ser indiferentes si hay dolor detrás de la taza

Hiroaki Hayashi

En septiembre de 2024, un nuevo miembro se incorporó al departamento corporativo de TYPICA. Se trata de Hiroaki Hayashi, director de Contabilidad.

Tras graduarse de la universidad e incorporarse a una empresa de auditoría, Hayashi pasó unos cinco años verificando estados financieros de empresas cotizadas en bolsa y ayudando a empresas que se preparaban para entrar a la bolsa. Entró a TYPICA para crear una estructura corporativa, y contribuir al desarrollo del negocio y a la consecución de una OPV. En el 2025 planea mudarse con su esposa y sus hijos a Osaka, donde está la base corporativa.

Han pasado casi ocho años desde que manifestó en la universidad su deseo de apoyar el crecimiento de empresas startup trabajando detrás de escena. Tras ir acumulando experiencia y conocimientos, Hayashi hizo realidad su visión, y ahora que se ha incorporado a TYPICA, ¿qué será lo que tiene en mente?

Quiero resolver los problemas por mí mismo

Generalmente, cuando los contadores públicos que trabajan para auditorías auditan a empresas clientes, existen normas estrictas como: no manejar las cifras (intervenir en los procedimientos contables) ni interferir en las políticas de gestión de la empresa. Es para mantener una posición justa e independiente.

Hayashi trabajaba en una empresa de auditoría y aunque comprendía la necesidad de tales normas, se sintió frustrado en más de una ocasión. Al otro lado del charco, hay gente necesitada.

Sería más rápido y todo el mundo estaría más contento si pudiera trabajar en ello, pero estaba atascado porque las normas se lo impedían. Si no estaba de acuerdo tenía que entrar él mismo a la empresa para hacerlo. Al llegar a esa conclusión, Hayashi decidió poner fin a su carrera en una empresa de auditoría y comenzó a avanzar decididamente hacia un cambio profesional en el ámbito de las startups.

Buscaba una empresa que pueda construirse desde cero mediante procedimientos de contabilidad y creación de estructura. En el transcurso de su búsqueda de empleo, que duró dos a tres meses, una agencia de contratación le presentó varias empresas, pero no se decidía. Las empresas emergentes que le presentaban eran ya maduras y en cualquier momento entrarían a la bolsa, participe él o no.

Un día, una agencia le presentó TYPICA.

“Hay varias razones por las que me interesé. En primer lugar, había oído que los productores se encuentran en una posición bastante vulnerable debido a las estructuras de distribución y a la volatilidad de los precios del mercado internacional. Si hay gente que está sufriendo detrás del café que tanto nos gusta y que sigue pasándola mal porque no se puede hacer nada, hay que hacer algo. Empaticé con su visión del mundo, de que sólo se puede disfrutar lo que amas desde el fondo de tu corazón cuando puedes resolver el problema.

En segundo lugar, intentan ser ellos mismos los creadores de las reglas a través de un negocio que cambia radicalmente el funcionamiento de la industria. Y como pensaba con el tiempo volver a Osaka, donde están las raíces de mi familia, y de ser posible trabajar allí, fue el momento adecuado para mí.”

Durante casi un mes, desde su primera entrevista hasta que recibió la oferta de trabajo, Hayashi no tuvo contacto con ninguna otra empresa y se concentró en el proceso de selección de TYPICA. Buscó información por todas partes, desde artículos y vídeos de TYPICA hasta los relatos del personal y su libro “Soul Driven”, que describe la trayectoria de TYPICA. Nos impresionó su dedicación. Durante las entrevistas, mantuvo una serie de diálogos no sólo con la dirección y los empleados, sino también con tres representantes de capital riesgo que invierten en TYPICA, y al conocer la seriedad de estas personas, sus sentimientos despertaron de forma natural.

“Por lo general, cuando las auditorías contratan a contadores públicos, suelen centrarse sobre todo en sus habilidades y en la etapa de crecimiento de la empresa en la que trabajó, pero TYPICA fue diferente. A través de preguntas como hasta qué punto me identifico con el negocio de la empresa y qué quiero conseguir ahí, sentí que me veían como el ser humano que soy: Hiroaki Hayashi.

Han pasado unos dos meses desde que entré a la empresa, y nada me ha desilusionado, porque había previsto que los cimientos de la empresa no estarían en su lugar. Estoy bastante sorprendido de que no me siento obligado sino de que realmente disfruto mi trabajo.

Si TYPICA consigue recaudar mayores cantidades de dinero, podrá aumentar la distribución de granos de café verde y desarrollar oportunidades para los tostadores y productores implicados. Para lograrlo, primero quiero crear un sistema y una estructura que permita llevar la contabilidad y las finanzas sin problemas.”

Escoger una profesión que sobreviva

Hayashi nació y creció en la zona rural de Ehime. Todos los días caminaba 50 minutos de ida y otros 50 de venida de la escuela primaria, y cuando estaba en la secundaria, iba en bicicleta durante 30 a 40 minutos al centro comercial Aeon para pasar el rato con sus amigos. Al vivir en un entorno apacible y tranquilo, aunque algo insatisfactorio, siempre sintió el anhelo de visitar algún día la ciudad.

Pero tampoco es que estaba aislado del mundo exterior. Como estudiante de secundaria, Hayashi fue miembro de una organización educativa llamada Labo Party, donde tuvo la oportunidad de conocer a niños y adultos de otras prefecturas, y a extranjeros a través de actividades de campo que incluían educación para la comunicación e intercambio cultural, estudios en el exterior y alojamientos con familias en el extranjero.

Un ejemplo son los campamentos semestrales que se celebraban durante las vacaciones largas, como las de verano y las de invierno. Miembros de todo el país se reunían para hacer teatro expresivo en japonés e inglés y actividades al aire libre. A Hayashi se le confiaba a menudo el liderazgo de unos 30 a 40 miembros, desde niños pequeños hasta estudiantes de bachillerato.

Basándose en esta experiencia, Hayashi aprovechó el programa de la organización para estudiar un año en EE. UU., cuando empezaba tercero de bachillerato. Tras perfeccionar su inglés con la práctica, estudió en la Universidad de Lenguas Extranjeras de Tokio.

En un entorno en el que muchos universitarios imaginaban una carrera relacionada con sus conocimientos lingüísticos, Hayashi era el único empeñado en convertirse en contador público. Sus amigos y quienes lo conocían bien, lo veían como “fuera de lugar”, pero fue una decisión realista a la que llegó tras mirar con calma su futuro.

“Por aquel entonces corría el rumor de que los puestos de intérprete y de traductor de inglés serían sustituidos cada vez más por la IA, así que me planteé mi carrera en términos de ‘idioma + XX’. Pensé que un contador público, cuya titulación lleva de dos a tres años, es valioso al ser escaso, y que yo estoy más para un papel detrás de escena a cargo de la contabilidad y la finanza en una empresa startup y de riesgo, en la que el gerente general impulsa el negocio a un ritmo enérgico.”

Tras obtener el título de contador público cuando aún estaba en la universidad, Hayashi tuvo la opción de trabajar para una startup inmediatamente luego de graduarse. Le recomendaban mucho esa opción en los eventos de búsqueda de empleo, pero no se convencía. Si entraba a trabajar sin experiencia y sin saber de qué va la empresa, no tendría la capacidad necesaria. Le pareció más sensato entrar a una startup después de haber adquirido cierta experiencia en una empresa cotizada en bolsa.

Justo porque soy consciente de mis debilidades

De hecho, Hayashi ha obtenido la experiencia anhelada en su carrera. Pasó unos tres años auditando empresas cotizadas en una empresa de contabilidad conocida como una de las Cuatro Grandes, y al trasladarse a una empresa de auditoría especializada en apoyar a empresas emergentes que pretenden entrar a la bolsa, fue testigo de la cotización de dos empresas en un año y medio. Y pues su forma de vida, estratégica y sólida es una lección aprendida de sus propios fracasos.

La primera vez que Hayashi experimentó un revés en su vida fue cuando se presentó al examen de acceso al bachillerato. En la secundaria, Hayashi postuló a bachilleratos de los que estaba seguro de que aprobaría, basándose en sus notas de exámenes de prueba y otros factores. No tenía un objetivo o visión después del bachillerato, y sólo le motivaba su puntaje y su reputación. “¡Tú puedes!” le decía la gente de su entorno, y cuando desaprobó el examen de admisión, se le cayó el mundo.

“Ahora recordando, tuve un par de fallos fatales, como mi baja nota interna debido a mi mala conducta en clase y actitud rebelde hacia los profesores, pero en aquel momento estaba tan cegado en mi orgullo que no pensé en esos riesgos. Aprendí el peligro de dejarse llevar por la gente que te rodea y decidir cómo vivir tu vida según tu estado de ánimo y el ambiente.”

Sin embargo, sólo tenía 15 años. No tenía la capacidad mental para levantarse de una caída y empezar de nuevo. Entró en el bachillerato al que había postulado por si acaso, pero la cultura de esa escuela no le sentaba bien y pronto dejó de ir. Pasaba tiempo en casa, paseando al perro o viendo la televisión. Cumplía el mínimo de días de asistencia exigidos para no repetir de año.

Afortunadamente para Hayashi, sus padres no le dijeron nada y velaron por él. Más tarde supo que su madre estuvo preocupada con que hubiera dejado de ir a la escuela y le consultaba a menudo a su padre. Y su padre siempre respondía: “A Hiroaki se le ocurrirá algo y cambiará de rumbo en algún momento, así que déjalo en sus manos”.

La predicción del padre se hizo realidad. Hayashi dio un giro a su vida justo cuando se acercaba su último año de bachillerato. Pasaba el tiempo sin hacer nada en casa y casi ni estudiaba. “Será que me estoy estancando…”. Preso en una fuerte sensación de crisis, decidió cambiar de entorno para comenzar de cero, y se fue a estudiar un año a un bachillerato en Estados Unidos.

“No había estudiado casi nada de inglés hasta entonces, así que el primer día de colegio en EE. UU. no entendí ni una palabra. Pero ya no había vuelta atrás. Me esforzaba en escuchar y hablar, así no pudiera hacerlo perfecto, hasta que un día me di cuenta de que mi nivel de inglés había mejorado. No recuerdo haber hecho algún esfuerzo especial.”

Sin embargo, los hábitos del ser humano se repiten a menos que la persona intente cambiarlos conscientemente. Cuando entró a la universidad, probablemente entusiasmado por el aire de la ciudad que probaba por primera vez en su vida, Hayashi decide unirse al club de fútbol americano en el acto y de improviso, al asistir a una fiesta de bienvenida del club y ser agasajado por los veteranos.  Se le había olvidado por completo que no tenía experiencia en ese deporte y que, para empezar, no era atlético. Al cabo de un par de meses entró en razón y decidió abandonar el club.

“He tenido muchos otros fracasos, demasiados para mencionarlos. Siempre he sido de los que actúan sin pensar, y siempre me regañaban en primaria y secundaria. No escuchaba las lecciones de los profesores que no me gustaba cómo enseñaban y hacía otra cosa, me rebelaba y los enfrentaba negándome a hacer lo que no quería… En casa, mi madre me regañaba a menudo para que pensara las cosas antes de hablar y para que tuviera en cuenta los sentimientos de los demás. He intentado desarrollar mis pensamientos con cuidado para poner freno a esa parte impulsiva en mí.

He intentado involucrarme en las startups, en parte porque soy consciente de mi tendencia a dejarme influenciar fácilmente por quienes me rodean. Es más divertido estar rodeado de gente apasionada por crear algo que nunca ha existido o por cambiar el sistema, porque me inspira.”

Perseguir la felicidad de “todos”

El padre de Hayashi murió cuando él cursaba el último año de bachillerato en EE. UU. La única impresión que le venía a la mente de su padre, con el que no recordaba conversaciones profundas debido a su pasado rebelde, era que era un hombre que pensaba a la ligera. Sin embargo, descubrió una faceta de su padre que desconocía, gracias a familiares, colegas y subordinados de su padre que le contaron que era amable con los demás en cualquier ocasión, y que era coherente en su postura de confiar primero en la capacidad de las personas.

“Parece que he heredado la personalidad de mi padre, porque si alguien cercano o conocido está pasando por un momento difícil o triste, no puedo pasarlo por alto. Converso con ellos y hago todo lo que esté a mi alcance para ayudarlos. Los productores y tostadores con los que me relaciono a través de TYPICA no son mis amigos ni conocidos, pero mientras estén relacionados con el café que me gusta, no los veo como extraños. Por eso sentí que tenía que hacer algo al respecto.”

Cuando era líder en Labo Party, Hayashi no podía evitar acercarse a los niños que eran tímidos, que se sentían solos o que sobresalían del grupo. Con 30 a 40 participantes, siempre se encuentra a alguien con quien congeniar. Con esto en mente intermediaba en las conexiones y buscaba la felicidad de todos.

“No exagero si digo que soy quien soy hoy gracias a Labo Party. La experiencia de rozarse con gente diversa, así como la de organizar programas para que todos pudieran disfrutar sin dejar de cumplir ciertas normas o cosas que había que hacer, me ha servido incluso después de adulto. Es donde nos enseñaron lo divertido que es crear algo por nosotros mismos.

Soy feliz mientras yo y la gente que me rodea seamos felices. No quiero conseguir la paz mundial ni nada parecido, pero estaría bien que el círculo de la felicidad se ampliara un poco más. Creo que al haber conocido a TYPICA, que opera a escala mundial, el denominador de la “gente que me rodea” ha aumentado bastante.”