“Las extravagancias no son necesarias” - Días Insustituibles Junto al Café
Queremos acompañar tu vida única y lo que sea importante para ti, junto a las infinitas posibilidades del café. Life Size Cribe (en adelante Cribe), local especializado en café cerca de la estación de Kokubunji (Tokio), nació con esta iniciativa. En el 2015, a la edad de 27 años, Kazuki Yoshida, oriundo de la prefectura de Saitama, fundó su cafetería con la ambición de arraigar la cultura del café en Kokubunji.
Sin embargo, lo que le esperaba a Yoshida, que venía con unas expectativas altas trabajando en la cafetería espresso Paul Bassett —empresa líder en la industria del café de especialidad— era toparse con personas que no sabían la diferencia entre un café con leche y un capuchino. Algo confundido al inicio, tardó casi 8 años para construir un puente entre ellos y mezclarse con la comunidad. En este proceso, Yoshida —quien ya se había quitado la armadura— creó un mundo natural, neutral y positivo.
La gente cambia con aunque sea un poco de positividad
En Japón, un libro titulado “La apariencia hace el 90% de las personas” fue un éxito de ventas. El tema del libro era el significado de la enorme cantidad de información que contienen los mensajes ajenos a las palabras, es decir, la “comunicación no verbal”. Por ejemplo: las expresiones faciales, el comportamiento, la forma de hablar y el tono de voz influyen en las impresiones de las personas más que el contenido de la conversación. Yoshida, consciente de que no da una buena primera impresión, ha cuidado la comunicación no verbal más que la mayoría de la gente.
Tengo una mirada fuerte, piercings en la nariz y tatuajes, de modo que la gente que se educó en otros contextos culturales creo que se sorprende mucho. Vienen muchos colegas míos con estilo hip-hop al local, así que nos ven, aún más, como malotes. Es por eso que es importante hacer que la gente piense “esta persona no es mala” antes de que emita su prejuicio. El hecho de que los niños del barrio se me peguen mucho creo que evidencia bien esto que digo.
Actualmente, la cafetería Cribe se encuentra registrada como una “casa refugio” donde los niños del barrio pueden huir en caso de emergencia. La calle donde se encuentra la cafetería tiene muchos locales nocturnos y puntos ciegos, por lo que estuvo designada como calle no transitable en el mapa de seguridad regional creado por la Asociación de Padres y Profesores local. No obstante, gracias a que con su local nació un punto seguro, volvió a ser identificada como calle transitable.
Debido a que se trata de una ciudad dormitorio, del 50% a 60% son clientes habituales. Yoshida ha visto en numerosas ocasiones cómo la gente va creando lazos de manera natural en torno al café. No han sido pocos los casos en que clientes que casualmente se conocieron en la cafetería se acercaron mutuamente y se hicieron amigos.
Mi local es un sitio especializado al que acuden amantes del café, por lo que tenemos un ambiente positivo donde nace la conversación de lo que le gusta a la gente. Un espacio cómodo y unas buenas relaciones humanas también son factores importantes para hacer que el café sepa bien. Quiero aportar un poco de felicidad y alegría a esas personas que normalmente están ocupadas por el trabajo o el cuidado de sus niños. Creo que la gente puede cambiar con solo un poco de esencia positiva.
Los días que dedicó al café, para abrir su cafetería
La carrera cafetera de Yoshida empezó en la franquicia Doutor Coffee a la que entró a trabajar como empleado fijo acabando la universidad. Yoshida, quien afirma que tenía más empeño en trabajar que nadie, fue nombrado mánager de un local al medio año de empezar a trabajar. Fue la promoción más rápida en ese momento, pero no sintió que hubiera trabajado duro para conseguirlo. “¿Por qué, si solo hice lo que tenía que hacer?” Esta pregunta se convirtió más adelante en narcisismo.
Esto justo coincidió con la quiebra de Lehman Brothers del 2008 que trajo consigo una ola de dificultades laborales. Yoshida tenía alrededor de 60 colegas que consiguieron su plaza en el mercado laboral junto a él, pero después de medio año, el número se redujo drásticamente a 15. Yoshida no entendía por qué sus colegas se quejaban de algo tan insignificante como tener muchas horas extras o un bajo salario.
El punto de inflexión para él llegó al conocer el trabajo de los baristas. Vio a uno vestido con una camisa blanquísima con el cuello levantado y un delantal largo, manejando una máquina con una pinta muy cool. Completamente cautivado, Yoshida comenzó a frecuentar los cafés de Tokio.
Así las cosas, un buen día pidió un espresso en un café al que entró por primera vez. Al pedir azúcar, el barista le sugirió que se lo bebiera solo. Él, pensando “este tío no sabe nada”, se quedó pasmado al beberlo: se le llenó toda la boca de un sabor frutal parecido al chocolate, que no parecía café.
Se trataba de Paul Bassett, local hecho por el barista campeón del mundo. Desde ese día, empezó a frecuentar el Paul Bassett a un ritmo de 1 o 2 veces por semana.
En el Paul Bassett de aquél entonces estaban el Sr. Suzuki de Glitch Coffee y muchas otras personas que posteriormente se independizaron por todo Japón para liderar el mundo del café de especialidad. Me di cuenta de que tenía una visión muy corta del mundo. En aquella época, mi orgullo no me permitía ni siquiera hablarles así que solo los contemplaba desde mi mesa. Me compré una máquina de espresso para casa y, por mucho que intentara imitarlos, no me salía bien. Al final, llegué a la conclusión de que solo era posible conseguirlo empezando desde cero.
Envió su CV a Paul Bassett pero, como no recibió ninguna respuesta, Yoshida fue a la cafetería para pedirles trabajo directamente. Solo tenían plazas para trabajar media jornada, pero para él era un sueño hecho realidad poder trabajar rodeado de gente cool en un local cool.
Cuando empecé a trabajar yo tenía 25 años. Para aprender todo lo que necesitaba para independizarme en 5 años, acababa el trabajo de mi jefe y usaba el tiempo extra para pedirle que me enseñara. Era muy estricto conmigo mismo y con los demás, así que creo que la gente me odiaba.
La cafetería tenía la postura de que, si quieres aprender algo, cópialo, por lo que había muchas personas que entraron a trabajar entusiasmadas por ser baristas, pero la mayoría renunció. Por eso mismo, los que quedamos estábamos muy unidos. Después de entrar a trabajar con el primer tren de la mañana para hacer catas con todos, trabajábamos a toda máquina para posteriormente poner todas nuestras energías en los cursos de formación y charlas de café sin importar la fatiga. Yo vivía entregado al café hasta ese punto.
Puede que el valor de la marca Paul Bassett lo ayudara, y es que sintiendo en carne propia cómo la gente se empezaba a fijar en el mundillo del café de especialidad, Yoshida empezó a atesorar la esperanza de que el reconocimiento de los baristas aumentaría al punto de ser vistos al mismo nivel de los barman o chefs.
Yoshida eligió Kokubunji, Tokio, como el lugar para abrir su local porque es el barrio en el que vivió sus días de estudiante. Está fuera de los 23 distritos tokiotas, pero está bien conectado ya que se puede ir a Shinjuku en tan solo 20 minutos en tren. Yoshida, que estaba decidido a enraizar aquí la cultura del café desde cero, abrió su cafetería a tres minutos a pie de la estación Kokubunji.
“Ya dejé de medir las cosas en términos de competencia”
Se dice que el verdadero valor de un establecimiento se ve a los tres meses de su apertura. Al principio suele venir gente a la que le gustan las cosas nuevas, amigos y conocidos del dueño, por lo que hay casos en los que no es difícil captar clientes. La situación de Yoshida, fundador de Cribe, no fue la excepción.
Para Yoshida, quien había formado su carrera en la élite de la industria, la altura del muro que lo separaba de los vecinos de Kokubunji era mucho más alta de lo que imaginaba. Muchos no sabían la diferencia entre un café con leche y un capuchino, mientras que otros ni siquiera conocían su existencia. “Lo que para mí es obvio, puede que para alguien no lo sea”. Cuando se dio cuenta de esto, Yoshida ya no pudo seguir aferrándose al mérito de haber trabajado en la cafetería del campeón mundial en el pasado.
La clientela era totalmente distinta a la que iba al Paul Bassett. Para empezar, la palabra café especial es desconocida para muchos y la mayoría solo pide café caliente, frío y mezcla. En innumerables ocasiones en las que traté de transmitir el atractivo del especial, me sentí muy desalentado por ser interrumpido por el cliente que me decía: “lo dejo a tu recomendación, muchacho”. Fue como intentar correr a toda velocidad sin haber calentado previamente. Y es que el cliente no conoce el café en sí”.
Con el tiempo, Yoshida desechó su orgullo. Empezó a ponerse frente a su local todas las mañanas para dar los buenos días a todo el que pasara por allí. Recogiendo la basura de la calle, saludaba a los transeúntes. Trató de llevarse bien con los vecinos y mezclarse con el barrio primero. Pero, al mismo tiempo, no podía dejar de pensar en su rival que había inaugurado su segundo y tercer local.
Yoshida pudo reiniciarse a sí mismo un año después de la apertura de su cafetería. Sin querer, le dijo a un compañero mayor del rubro que se esforzaría por no dejarse vencer por nadie. A lo que éste le respondió: “Qué cosas dices. Nadie te está ganando y tampoco estás compitiendo con nadie”.
Me tomó por sorpresa en una conversación anodina así que extrañamente me impactó. Si lo pienso de manera fría, la gente es la gente y yo soy yo. Lo importante es qué quiero hacer yo sin ninguna necesidad de sentirme inferior. A fin de cuentas, simplemente el césped del vecino me parecía más verde. Me di cuenta de que, si me dejaba llevar por la gente, perdería mi propia esencia.
Reflexionando, en el break dance que empezó a bailar a los 16 años, Yoshida participaba en torneos donde los ganadores y perdedores se definían claramente para medir sus habilidades. Después de ingresar a la industria del café, se dedicó apasionadamente a ganar en concursos en los que debía hacer un café con leche en 3 minutos y se ponía a prueba la dificultad y la originalidad. Para Yoshida —acostumbrado a competir con otros para ganar confianza en sí mismo— ganar y perder impregnaban cada parte de su vida.
Ganar o perder. Ser superior o inferior. A Yoshida, quien rompió esa regla por la mitad, ahora no le interesa para nada abrir más locales. Al cumplir 8 años desde su apertura, ha aumentado la cantidad de clientes y colegas que le preguntan si no va a abrir una segunda cafetería. Pero ya se siente lo suficientemente tranquilo como para contestarles que ahora mismo hay cosas que le parecen más divertidas.
Hace poco empecé a aprender a tocar el shamisen, y me he dado cuenta de la importancia que tiene que alguien menor nos enseñe y nos regañe. Cuanto más me he metido en el café, más han aumentado las cosas que me enseña la gente. Hay muchas personas que poseen conocimientos que no tengo y quiero seguir aprendiendo. Si voy compartiendo esos conocimientos creo que Cribe será un local más interesante.
No podemos vivir solos
En la agenda de Yoshida hay una hoja de papel que escribió al tomar la decisión de convertirse en barista a los 24 años. Él cree en el poder de las palabras y quiso aumentar la posibilidad de que eso se hiciera realidad al transcribir su decisión.
Si lo veo por otro ángulo, todo se debe a que no tenía seguridad en mí mismo. Estaba creidísimo por haber sido nombrado mánager de una franquicia de la cafetería Doutor en tiempo récord, pero, al mismo tiempo, la ansiedad de no saber quien era yo mismo la tenía pegada al pecho. Como iba a toda mecha, puede que pareciera muy seguro, pero en realidad soy muy cobarde.
Sin embargo, yo soy un cobarde positivo. Por ejemplo, decidí abrir mi negocio a los 30 años y tracé un plan para conseguir este objetivo, pero, precisamente porque me preocupaba mucho no alcanzar esta meta tomé todas las precauciones posibles y trabajé más de lo necesario. Al final, creo que la razón por la que pude lograr mi objetivo tres años antes de lo previsto fue porque convertí mi ansiedad en energía positiva.
Desde niño, Yoshida era consciente de que las cosas negativas lo influencian fácilmente. Era fácil concentrarse en eso y ser arrastrado a un pantano de negatividad. Para evitarlo, se metió en el mundo del hip-hop.
La filosofía hip-hop (paz, amor, unidad, diversión) también está conectada con el break dance y los DJs que componen esta cultura.Yo trataba de desarrollar mi confianza por medio del poder del hip-hop, en el que podía perfeccionar mis habilidades compitiendo en concursos de break dance y estableciendo conexiones con mis compañeros.
En lo que respecta al pasatiempo de Yoshida, la fotografía, la postura mental subyacente es la misma. Si en la vida cotidiana concentramos nuestra conciencia en tomar buenas fotos, nuestros propios ojos se convierten en el objetivo de la cámara y son capaces de captar un instante positivo.
Por ejemplo, es fácil sentirse incómodo en un tren atiborrado de gente. Pero si lo vemos como si se tratara de una caricatura, se puede ver como algo divertido.
Por muy lejos que llegue la gente, creo que es imposible superar las emociones negativas como la ansiedad. De la misma manera, no importa cuántas experiencias exitosas tengas, lo nuevo siempre será desconocido. Así pues, no hay más remedio que demostrar tu capacidad de acción y coraje bajo la premisa de que la ansiedad surgirá. Pienso lo mismo de los fracasos: solo son energía para avanzar hacia adelante.
Creo que solo cuando uno acepta sus debilidades y fortalezas puede abrirse de par en par para interactuar con las personas. Cualquier adorno superficial es solo chatarra, por lo que se le saldrían los andrajos algún día. Por eso lo único que no quiero es engañarme a mí mismo. Esa es mi única regla de oro que no cambio desde antaño.
Es posible que el camino que debía tomar Yoshida se decidiera desde el momento en que abrió su cafetería en Kokubunji, donde la cultura del café estaba tan poco desarrollada que no veía rivales. Aunque no pudiera alcanzar objetivos mayores, encontró una conexión humana y una calidez que no podría encontrar en una cafetería en el centro de la ciudad.
No se trata de perseguir una felicidad que no alcanzamos sino de encontrarla cerca de nosotros. Una vez que Yoshida hubo renovado su tema vital, ha venido persiguiendo un sueño: que ver a los universitarios de Kokubunji tomar cafés de alta calidad sea algo cotidiano.
En Japón tenemos a muchos tostadores maravillosos. Algunos de ellos están desplegándose hacia el mundo, cosa que sinceramente me llena de orgullo. Pero no hace falta que todos tengan ese objetivo. Para mí, la vida cotidiana comienza en ese pequeño mundo formado por mi familia, amigos y comunidad.
En realidad, creo que las extravagancias no son necesarias en la vida de las personas. El objetivo de Cribe es compartir entre todos nuestro tiempo libre, el de la familia, el de los amigos y esas cosas insustituibles que no se pueden expresar con palabras. Es que no podemos vivir solos en esta vida.
MY FAVORITE COFFEELa taza de café que enriquece mi vida
Me gustan esas tazas que me agarran por sorpresa. Por ejemplo, ese café que un amigo hizo de cualquier manera y que salió bueno sin querer, así como la felicidad que aporta ese café en lata que un amigo nos regala inesperadamente en un día de frío. En el trabajo es otra cosa, pero para mí el sabor es algo secundario. No me gusta un café porque sea rico simplemente, sino un café que es rico por todo su contexto.
Life Size Cribe
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