Aumentó el conocimiento y se creó un círculo virtuoso
La familia Coronado lleva produciendo café desde la época del abuelo, cerca del distrito Chontalí en el norte del Perú. Nos acercamos a Hermogénes Coronado, que dirige el cafetal con su hijo, quien viene a ser la tercera generación.
Para hacer relaciones con diferentes categorías de mercados y lograr una administración sostenible, cultivamos diferentes variedades de café, como la Caturra, entre otras. La Típica representa alrededor del 20% de la producción de nuestro cafetal. Ahora estamos buscando variedades más exóticas como la Geisha.
Hace 30 años que don Hermogénes inició el negocio siguiendo los pasos de su padre, que dirigía el cafetal. En comparación con su larga experiencia, en el cultivo de café de especialidad aún solo tiene tres años.
Empecé a hacer café de especialidad cuando empecé a trabajar con un ingeniero que me enseñó a procesar el café para mejorar su calidad.
Lo bueno del café de especialidad es que el precio es determinado según la calidad. La diferencia entre el de “especialidad” y el “comercial” es de 100 a 200 soles (26-50 USD) por saco (45 kg), así que es un gran incentivo.
En la actualidad, el café de especialidad comprende aproximadamente la mitad de la producción de las plantaciones de Coronado.
Antes sólo hacía café comercial porque no tenía los conocimientos necesarios. Creo que el aumento de conocimientos (al que nos vimos obligados de hacer) para producir café de especialidad, es un círculo virtuoso que nos llevó de forma natural a querer “hacer un producto mejor que el que tenemos ahora”.
Creo que el comercio directo del café dará un giro a su forma de trabajar y vivir.
Queremos que los que consuman nuestro café lo hagan pensando en nuestro esfuerzo. TYPICA nos dijo que nuestro café fue tan preferido en la oferta del año pasado, que se agotaron rápidamente, lo cual es el mejor halago para un caficultor. Mi hijo ha comenzado a trabajar en nuestra granja y mi deseo es que trabaje tan honestamente como yo le he enseñado.
A diferencia de don Hermogénes, su hijo Nicolás no trata de ocultar su timidez diciendo que no le gusta hablar, pero su personalidad honesta es evidente. Le preguntamos si le gustaría que sus hijos también sean caficultores y nos respondió: Si no quieren estudiar tendrán que ser caficultores.
Parece que para que Nicolás le pueda recomendar el trabajo de caficultor a su hijo, va a necesitar un poquito más de tiempo.
Texto original en japonés: Tatsuya Nakamichi