Para conectar al futuro la historia que “lleva amor al mundo a través del café”
El Huila es la mayor región productora de café de Colombia, que se extiende a lo largo de la parte alta del río Magdalena —el más largo del país— que nace en la cordillera de los Andes. Rodrigo Sánchez Valencia es un productor de cuarta generación en su negocio familiar, nacido y criado en la región de Pitalito del Huila. Lleva 20 años dedicándose al café de especialidad. A los 15 años descubrió la profundidad de los perfiles del café, y tras adquirir experiencia en una empresa de exportación, siguió haciendo todo tipo de intentos —incluyendo la investigación de variedades y la fermentación— para llevar al mundo un café superior.
Rodrigo no solo es ampliamente reconocido como el descubridor del Borbón Rosa, sino que se ha convertido en un líder del sector, tanto en nombre como en hechos, ya que su café elaborado con una fermentación única a baja temperatura fue elegido como el mejor café colombiano durante dos años consecutivos (2017-18) en un concurso organizado por Yara, una de las mayores empresas de abono del mundo. ¿Qué será lo que este hombre de 35 años quiere conseguir a través del café, mientras intenta constantemente marcar la diferencia en el mundo del café de especialidad, que, según él, ha cambiado a la velocidad del rayo?
El cliente decide qué café es el mejor
Desde el 2011 en que cumplió su sueño de tener su propia finca, La Loma, Rodrigo ha gestionado seis fincas (350 ha en total) con su esposa y su hija de 16 años. En el 2019 compró el cafetal “Las Veraneras”, que la posiciona como la culminación, pues allí produce 20 variedades diferentes. Pero, aunque describe su sentimiento hacia el café como un amor que crece cada día, traza fríamente una línea entre el café que quiere hacer, y el que demanda el mercado.
Por muy bueno que sea el café que preparas, si no hay gente que lo tome, no vale la pena hablar de él. No podemos imponer los “gustos” del productor. Si califican a tu café como el mejor, está perfecto. Cada uno tiene sus propios gustos.
Sería estupendo si los productores pudieran escuchar directamente a todos y cada uno de los consumidores, pero esto no es realista. El propio Rodrigo cree que lo mejor es que los productores cumplan con su labor de productores y dejen los granos de café verde a los profesionales del área una vez que hayan salido de sus manos. Solo que, al observar toda la cadena de suministro, la importancia de las empresas exportadoras que lideran es grande. Esto es porque que son los encargados directos del café que elaboran.
Encontrar un compañero de viaje es crucial para ofrecer un gran café. Se puede decir que, si se encuentra una empresa de comercio internacional con la misma pasión, el futuro de ese café puede cambiar para mejor. Una empresa que conquiste el mundo en nuestro nombre con el mismo tipo de amor por el café. Tenemos que conseguir que nuestros consumidores estén más pegados a su café y se apasionen más por él.
Es como una caja de velocidades de una bicicleta o un carro. Si hacemos un buen trabajo, ese amor pasará al siguiente paso y circulará hasta los consumidores.
La empresa exportadora y socia nuestra, Clearpath Coffee, es uno de esos “compañeros” de confianza de Rodrigo. En el 2015 Rodrigo conoció al fundador de la empresa, Vicente Mejía y estuvo a la vanguardia del café de especialidad coexportando café y exponiendo en ferias. Así aumentó el contacto directo con tostadores y proveedores y se le hizo más fácil de captar las necesidades del mercado.
No dejarse llevar por la costumbre
Los primeros pasos de Rodrigo en la industria del café se remontan a una cata en el 2002. Participó por primera vez como parte de un grupo de productores locales. Era una época en la que los productores aún no tenían el conocimiento necesario para realizar catas o ver el café en términos de perfiles. Para un chico de 15 años fue impactante saber que existía una correlación entre las técnicas de producción y las características del café.
Me di cuenta de que había un mundo infinito más allá de mi café matutino. Antes de eso, había ayudado a mis padres en su finca, y fue entonces cuando me enamoré del café. Era una edad en la que uno quiere absorber cosas nuevas y hacer algo completamente diferente a los demás. Empecé a pensar que, si ponía mi pasión en hacer café de calidad, sería recompensado.
Después Rodrigo tuvo la oportunidad de trabajar para varias empresas de exportación. En una de ellas fue miembro fundador y participó en la creación de perfiles durante cinco años. Desde la época en que prácticamente no había empresas exportadoras en Colombia y ni una sola empresa dedicada a los cafés de especialidad, pudo experimentar de primera mano las diferentes necesidades y características del mercado de los distintos países y regiones.
Sin embargo, al observar la industria colombiana del café, todavía existía prácticas no muy convincentes. Por ejemplo, las variedades. Las variedades que la federación de Cafeteros de Colombia (FNC) —donde se formó Rodrigo— recomendaba para la producción, eran cinco. Actualmente, incluyendo a las variedades resistentes a la roya y otras enfermedades, no pasan de seis variedades. Además, con la difusión de nuevos métodos de procesamiento como el natural y el de la miel, todo lo que no fuera el lavado tradicional se consideraba una profanación del café colombiano. Cuando se enteró de que en el mundo existen de 4000 a 5000 variedades y diversos métodos de procesamiento, le pareció que Colombia estaba perdiendo una oportunidad.
En aquella época existía una norma no escrita en Colombia de que no se debía hablar lo que la FNC explicaba. Pero teníamos que mirar al mundo con una visión más amplia para no perder frente a los caficultores de otros países productores. Con esta idea, consulté directamente a los tostadores y a las empresas de comercio internacional, buscando la opinión de los demás y rompiendo los tabúes.
En aquella época, no se consideraba una buena práctica que los productores conocieran a sus clientes, y las interacciones se mantenían confidenciales. Era difícil hacer algo diferente, pero algunos productores empezaron a pensar como yo y las cosas empezaron a salir bien.
El café colombiano tiene una historia de más de 100 años. Hubo diferencias de opinión entre Rodrigo y sus padres, que seguían las viejas costumbres, pero el primer café comercializado en La Loma tuvo buena acogida y generó ingresos, lo que convenció a sus padres.
Familiarizarse con la variedad y marcar la diferencia con la fermentación
La experiencia más inspiradora de Rodrigo en el mundo del café de especialidad se produjo alrededor del 2010, cuando llegó el boom de la variedad Gesha. Se hizo famosa con su apodo “el champán del café” y “el café más caro del mundo”. El valor del Gesha en sí, así como sus éxitos en las relaciones públicas y el marketing, le motivó a “intentar algo diferente”.
Había unas cuantas plantaciones grandes en Colombia que cultivaban Geshas, pero a nosotros ni caso nos hacían. Como no querían compartirnos sus semillas, se las compramos directamente a Panamá y las distribuimos también a los pequeños productores locales. Plantamos nuestros primeros plantones a finales del 2012 y los cosechamos en el 2013.
Por la misma época, descubrió un híbrido prometedor en el cafetal de sus padres. Veinte de los 25 000 árboles de Caturra sobrevivieron al brote de roya en el 2012. Ahora se conoce como Caturra Púrpura, ya que produce bayas de color púrpura, y el nombre se lo puso el propio Rodrigo. Al investigar por qué este árbol sobrevivió, descubrió que tenía un contenido de azúcar de 3 a 4 grados superior, acercándose a la Típica, y que también era más productiva. Al ver el potencial, Rodrigo plantó 5 hectáreas de este cultivo en su propia finca.
Lo que encendió aún más el corazón de investigador de Rodrigo fue la fermentación. Junto con expertos en microbiología, química y biología, trabaja para comprender lo que ocurre en el momento de la fermentación. El objetivo es sencillo. Se trata de crear sabores inéditos y de estandarizar el proceso.
Explorar cuántos perfiles podemos obtener es lo que hace interesante la fermentación y lo que nos impulsa a mejorar. Por ejemplo, supongamos que hay un aroma a fruta amarilla. ¿Por qué olerá así y qué estarán haciendo los microorganismos en ese momento? El misterio nos apasiona cada vez más y nos hace querer experimentar e innovar. Por eso asumimos nuevos retos cada año.
Con amor y respeto
El número de empleados que trabaja en la creciente plantación de Rodrigo supera ya los 350. Junto con su esposa e hija, se encargan de catar todas las muestras a diario, pero no tiene planes de ampliar el negocio para no perder el control.
Una fuerza de 350 personas hace llegar una taza de nuestro café al mercado. No vendo el café yo solo. Al conseguir que nuestro café se venda, estamos creando un futuro para las familias del personal y creando valor.
Otro tema ineludible es cómo transmitir la industria del café a la siguiente generación. Como el periodo de floración se está reduciendo debido al cambio climático y se están perdiendo los sabores creados por el terruño, Rodrigo también está experimentando con la cofermentación y otros métodos para crear sabores únicos. Asimismo, pondrá en marcha un proyecto para invitar a los clientes extranjeros a que planten plántulas de café en su plantación. Más allá de informar a la gente sobre cómo se hace el café, su objetivo es fomentar relaciones largas que duren 10 o 20 años.
La pandemia me llevó a ver la vida no sólo en su aspecto empresarial, sino también en su aspecto humano. El dinero es una ilusión y el dinero que había esta mañana puede desaparecer antes de que te des cuenta. Lo que realmente importa es la interacción humana. Somos muy vulnerables y frágiles. Ahora que el mundo está en crisis, debemos unir nuestras fuerzas para sobrevivir.
La belleza del café radica en su capacidad para unir a personas de distintos lugares del mundo, a través de una taza de amor y pasión. Un pequeño grano de café verde se va convirtiendo en la vida de muchas personas. Esto va más allá del poder de las palabras y las emociones. Creo que los caficultores somos, en cierto modo, artistas.
La hija de Rodrigo, que mantiene el cafetal, se enamoró del café al igual que él. Se alegra mucho cuando ella cuenta con orgullo a los visitantes sobre la finca y su padre.
Es una gran alegría ver cómo las nuevas generaciones inventan nuevos métodos de procesado para mejorar las nuevas variedades, como hicimos nosotros. Es emocionante pensar que con una taza de café podemos cambiar el mundo.
Llevar el amor al mundo a través del café. Es una prueba de la existencia de Rodrigo y demuestra su decisión de continuar la historia del café colombiano en el futuro.
Texto: Takuya TAKEMOTO
*La foto superior y la foto ancha han sido tomadas del Instagram de Rodrigo.