Cuando me enteré de que íbamos a visitar a un productor que siempre ganaba en los concursos internacionales, que obtuvo el segundo puesto en la Copa de la Excelencia 2005 y el primer puesto en el Torneo Nacional Taza de Calidad Café Presidencial el año pasado, me imaginé una planta bien equipada y unas instalaciones como las de AGRICAFE. Sin embargo, mis expectativas se derrumbaron.
Celso y su familia nos dieron la bienvenida en su almacén con techo de hojalata (calamina). El Sr. Celso llevaba una camisa vieja y estaba sentado y soñoliento. Su esposa sonreía con su hija en brazos. Había gallinas corriendo dentro y una sencilla cocina en la parte trasera. Dice la familia que viven en un pequeño cuarto al lado. Cuesta creer que ésta sea la procesadora y residencia de uno de los principales caficultores del país. No es que quiera ser grosero, pero ¿en qué habrán gastado los premios de los concursos que han ganado hasta ahora? Conocer a caficultores así, es una de las sorpresas que te ofrece Bolivia.
Hablar mucho me da sueño —me dijo el Sr. Celso—, así que lo saqué a los cafetales a conversar.
Nací en el norte de La Paz. Mi padre tenía una plantación de café. Cuando yo tenía diez años nos mudamos a Copacabana (cerca del Lago Titicaca). Mis hermanos trabajan en Santa Cruz, y solo yo me quedé en el cafetal. Me gustaba mucho el café. El cafetal está situado a gran altura y tiene un buen suelo negruzco con arena. Además de ésta, tengo más plantaciones.
Cuando era niño plantaba Típica dejando dos metros de distancia, pero la Típica es susceptible a las enfermedades, así que ahora cultivo Geisha, Caturra, Catuaí e Icatú. Últimamente hay bastantes variedades nuevas. Mi mejor variedad es Geisha; me gusta el olor de la hierbaluisa (cedrón) y su olor me parece similar .
Hace más de diez años que la Taza de Excelencia comenzó en Bolivia, y fue entonces que empecé a presentarme a los concursos. En el 2005 gané el segundo lugar en el COE. Fue cuando tenía 30 años. Todavía mantengo una buena relación con la empresa estadounidense que conocí esa vez y hasta ahora nos compra microlotes. La motivación para participar en los concursos es obtener el reconocimiento de mi trabajo. Los lotes ganadores pueden presentarse en la Copa del Presidente.
¿El secreto para ganar los mejores premios? Es lo básico, seleccionar sólo las bayas más maduras y refinarlas en una refinería limpia. Además no uso fertilizantes ni pesticidas químicos porque reducen el sabor. Las malas hierbas las arranco a mano. Espero que mi café siga llegando a clientes de todo el mundo.
El secreto, dice Celso, es “seleccionar sólo las bayas maduras y refinarlas en una refinería limpia”, pero seguramente hay algo más que eso. Su cesta para colocar las bayas cosechadas está hecha a mano de un tanque de plástico (aunque no tiene nada que ver con el sabor) y hay gallinas corriendo por la planta.
No sé si el Sr. Celso está dotado de habilidades especiales o es el poder de la tierra. Solo me quedo con el hecho de que sigue ganando los primeros puestos en las ferias internacionales. Es un caficultor al que nos gustaría seguir para acercarnos a su secreto.