Vivir del café fue una elección natural
Uchumachi se encuentra a una hora y media en coche desde Caranavi, conocida como la “capital de café” de Bolivia. La familia de Gonzalo lleva produciendo café ahí desde la época de su abuelo. Hablamos con Gonzalo y su hermano, que, como tercera generación, dirigen una plantación de café de unas 5 ha.
Lo más difícil en los últimos años fue la aparición repentina de la roya, que provocó que durante unos 10 años no pudiéramos cosechar café. Todos tuvieron que encontrar otros trabajos para ganarse el pan. Mi hermano y yo salimos al pueblo y trabajamos arreglando autos.
Pero a pesar de todo, nunca pensaron en dejar el negocio de producción de café.
Si bien es cierto que cuando tienes unas plantaciones tan grandes te sientes comprometido a trabajarlas, yo nunca me he sentido atado a este trabajo, ni he sentido rechazo hacia él. Crecimos viendo a nuestros padres cultivando café, así que era natural que siguiéramos sus pasos.
Nos preguntamos si no habrían querido irse a otro lugar o dedicarse a otra cosa.
Como Bolivia no tiene mar, una vez fui a ver cómo era el Océano Pacífico, pero nada más. Solo fui a divertirme. Nunca he pensado en irme a vivir a un “mundo diferente al que estoy” o que quisiera estar en un “mundo que no sea éste”.
Más bien, me gusta este trabajo y me gustaría hacer más cosas aquí. El cultivo del café es como un deporte; si lo cuidas bien y las condiciones de cultivo son buenas, te sientes bien, pero si son malas, te sientes mal. Así que, para yo también sentirme bien, siempre procuro que mis cafetos gocen de buena salud.
Trabajando en esta finca, cuando regreso cansado a casa, puedo coger una fruta de los árboles y comerla; si quiero nadar, puedo ir a algún río cercano, y cuando me estreso, pues juego fútbol con la gente que trabaja en la finca y me desestreso. Pienso que siempre es importante sentirse contento.
¿Cuáles serían las ventajas de trabajar entre hermanos?
Podemos hacer planes juntos y dividirnos el trabajo, cooperando cada uno en su tarea. Un ejemplo de lo bueno es que basta que uno de los dos asista a las reuniones de la comunidad, así no tenemos que dejar las plantaciones desatendidas. Claro que hay veces que no estamos de acuerdo, pero no nos peleamos.
Les preguntamos por sus planes a futuro.
Queremos aumentar el tamaño de las plantaciones, así como la variedad y la cantidad de producción de café. Justo estamos intentando hacer otro cafetal en el municipio de Alto Beni, que está a unas tres horas en auto de aquí. Si bien es cierto que la mecanización está más avanzada que antes —como las máquinas para cortar la hierba mala—, todavía hay muchas áreas que dependen del trabajo manual, así que queremos ir mecanizando poco a poco nuestro trabajo para que sea más eficiente y mejorar la calidad.
¿Qué tal les parecerá que su café llegue a Asia y Europa a través de Juan de Nayra Cata (procesadora), que está presentando al mundo los cafés elaborados por pequeños productores?
Nunca hemos sabido a dónde va a parar nuestro café, y nunca hemos conocido a la gente que lo toma, así que estamos muy contentos y sorprendidos. Es interesante imaginarse a otra persona tomando nuestro café, aunque también nos gustaría tomarlo así, deliciosamente tostado. Es que, hasta ahora hemos tomado nuestro café preparado por nosotros mismos, pero nunca lo hemos tomado tostado por un especialista.
Su deseo se parece al de un padre queriendo ver cómo han crecido sus hijos que ha criado. Estoy seguro de que si logran ver a dónde va el café que cultivan, les dará un impacto positivo en su trabajo.
Texto original en japonés: Tatsuya Nakamichi