Un café increíble y sostenible
Finca Isabel 2020
Este fue nuestro último día en Bolivia. Regresamos de Caranavi a la capital La Paz, para una última cata en la planta procesadora de Juan. Juan estaba alistando algunos lotes adicionales a los de los productores que visitamos, y entre esos lotes adicionales estaban los naturales Bourbon y Geisha, que eran muy distintivos. Cuando le pregunté a Juan por el productor, señaló a un joven con aire de universitario que rondaba por el patio y me dijo: “Es él”. Era Fernando.
Llevaba una sudadera con capucha y blue jeans, y con su sonrisa inocente y todo, era el caficultor que ganó el primer puesto en el Torneo Nacional Taza de Calidad Café Presidencial el año pasado (después también ganó el primer puesto en el Torneo Nacional Taza de Calidad Café Presidencial en febrero del 2021, logrando vender su café por casi US$282/kg). Por casualidad había pasado por aquí y Juan lo detuvo diciéndole que tenía unos clientes que venían de Japón. Son encuentros como éste los que hacen que valga la pena visitar las zonas de producción.
Terminando la cata nos acercamos a conversar con Fernando que estaba sentado en el patio.
Nací en el seno de una familia de agricultores en Caranavi. Éramos fruticultores y no caficultores. Desde mi niñez me gustaba la agricultura, así que estudié agricultura en la universidad. A medida que estudiaba agricultura, comencé a querer trabajar con el cultivo de algo que pudiera contribuir a Bolivia, y decidí estudiar café.
El mundo del café era fascinante y cuanto más aprendía sobre él, más me atraía. Cuando buscaba un lugar para ampliar mis estudios de café en el extranjero, conocí a Price Peterson, propietario del cafetal más famoso de Panamá: la Hacienda La Esmeralda.
El Sr. Price me invitó, y me dejó trabajar en su Hacienda La Esmeralda después de graduarme en la universidad. Gracias a eso, tuve la oportunidad de formar una familia en Panamá. Pero seguía extrañando Bolivia, así que hace cinco años compré un pequeño terreno y empecé a cultivar café.
Nuestra plantación está integrada en el bosque y cultivamos el café de forma que se mantengan intactas las plantas y los animales autóctonos que viven ahí. Al principio, algunas personas nos decían que nunca podríamos tener una plantación de café en esta tierra, pero hemos llegado hasta aquí sin prejuicios.
En este momento me estoy centrando en la investigación de variedades. Por ejemplo, en mi cafetal, la temporada de cosecha de Geisha coincide con la temporada de lluvias y existe el riesgo de que las cerezas se deterioren, pero con el mejoramiento de variedad ha sido posible cosechar antes de la temporada de lluvias. Durante mi investigación traje de Costa Rica una variedad aún sin nombre y la crucé con Geisha. Seguimos experimentando con las variedades y los métodos de procesado, y este año hemos producido veinte nanolotes diferentes.
Al terminar la entrevista, le hicimos una oferta concreta. Voy a consultar con mi mujer —nos dijo—, y rápidamente se puso a llamar a su esposa. Fernando es tan modesto que compite en el concurso con el nombre de su pequeño hijo, y en un reciente evento online solo se dejó ver un poco desde la sombra de su esposa. En este mismo momento seguro está trabajando en otra investigación produciendo superlotes que asombrarán al mundo. Estamos impacientes por probar el café que nos ofrecerá en su próxima cosecha.
Finca Isabel 2021
Este año tuvimos la oportunidad de visitar la Finca Isabel por primera vez. Nos recibieron los esposos Fernando y Gabriela en su finca en las montañas.
Este cafetal, que se inició en el 2015, está dividido en varias parcelas y cada una tiene un nombre: Rosario, Naranja, etc. Parece un viñedo borgoñón. El café que se cultiva allí es de una calidad sorprendentemente alta y por ende de una cantidad sorprendentemente limitada. La pareja cultiva y exporta su café con el máximo cuidado y atención. Durante nuestra visita pudimos apreciar su detallada y peculiar forma de trabajar.
Caminando por el cafetal, Gabriela nos empezó a contar.
Cuando iniciamos la plantación, sustituimos la Caturra que había por Geisha y Bourbon. La Geisha la hemos traído del CATIE (Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza) de Costa Rica y es una Geisha pura, cercana a la etíope original. Es una Geisha que rara vez está disponible en el mercado. También cultivamos nuestra variedad original. La hemos llamado de Raulina y la estamos cuidando con mucho cariño. Cuando germinaron, las protegí rodeándolas con papel periódico. Son nuestras bebés.
Nos contó que siguen explorando diferentes variedades, incluyendo sus híbridos originales. No basta con obtener plántulas de variedades superiores. Dicen que el mejor café sólo se produce cuando coincide con el clima y el suelo local.
Su forma de pensar de la cosecha también se distingue de los demás. Los caficultores suelen pagar a los recolectores un salario basado en el peso de las cerezas de café recogidas ese día. Ellos, en vez de eso, les piden cosechar una cantidad de kilos limitada. De ese modo los recolectores cosechan solo las mejores cerezas que hay en ese momento. Además no contratan a un número indeterminado de personas, sino a dos familias fijas. Y para programar correctamente la cosecha, comparten no solo la información del color de las cerezas sino también el valor Brix (contenido de azúcar) objetivo. Cuando yo recojo las cerezas los recolectores me dicen “No eres muy bueno recogiendo cerezas” —nos dijo Fernando riendo—.
Además de su compromiso con la calidad, su filosofía se basa en el respeto a la naturaleza.
También elaboro café con el estiércol de los coatíes. Nuestros recolectores saben exactamente dónde caen los excrementos. Ellos recogen las semillas que dejan caer no solo los coatíes sino también los pájaros. Son los animales los que conocen las mejores cerezas de café. Esta es otra forma de vivir en armonía con los animales. Luego dejamos que los bosques sigan siendo habitables para ellos. En los días calurosos, los pájaros vienen a descansar al bosque aquí en la finca.
La pareja está investigando prácticas agrícolas que preserven el entorno natural y que puedan aplicarse en otras zonas. Dicen que la agricultura en armonía con la naturaleza no depende de los pesticidas ni de los equipos y que eso ayuda a mantener los costes bajos. Nuestro café es para los amantes de la naturaleza —nos dijo Gabriela—.
Fernando, un hombre tímido e investigador, y Gabriela, una mujer alegre y conversadora, siguen explorando el café en las montañas de forma discreta, a pesar de los glamurosos premios de primer lugar que ganan en los concursos internacionales. Más allá de un café increíble, había un mundo sostenible. Creo que tenemos mucho que aprender de la Finca Isabella.
Si no hubiera ido a la planta de Juan el año pasado, no nos habríamos conocido —sonrió Fernando—. Nos gustaría celebrar esta coincidencia, e ir conociendo poco a poco su café.