Llevando esperanza a las nuevas generaciones con el café: el futuro que se alcanza con el trabajo duro
@fincaelmorito
El Morito es una productora y exportadora de cafés de especialidad con sede en Jaén, al norte del Perú. Fue fundada en el año 2020. Al principio, la empresa sólo administraba el café producido por la familia del representante, David Flores, pero a medida que fue ganando clientes empezó a administrar también el café de otros productores. Ahora los precios de venta se han triplicado.
Para David, que nació y creció en una familia en la que casi todos sus miembros se dedican a la caficultura, el café era algo que le apasionaba desde la infancia. Sin embargo, en la época en que los granos de café verdes se vendían a comerciantes locales, los agricultores no tenían poder ni derecho de negociar los precios. Por mucho esfuerzo que pusieran en su cultivo, su producto se mezclaba con el café de otros caficultores y no sabían dónde iba a parar.
David era cada vez más consciente de la situación a medida que crecía, y quería mejorarla para que su familia pudiera tener una vida mejor, así que fue, un proceso natural para él intentar exportar por si mismos los granos de café verdes directamente a clientes de todo el mundo.
No perdió la esperanza con la pandemia
Producir café como su familia, o investigar para mejorar la realidad de la producción cafetera, se preguntaba David, que estudiaba agronomía en una universidad de Lima, capital del Perú. Era difícil elegir ya que ambas se basaban en su deseo de ayudar a su familia a tener una vida mejor.
Por eso, al graduarse de la universidad, David optó por la primera opción porque no podía pagar un posgrado; pero no se desanimó. Durante tres años a partir del 2017 aprendió la técnica de cata, y sintió que el mundo se le abrió desde que supo que podía reconocer la calidad del café de su familia. Así que no tardó en soñar con vender algún día su café directamente al mercado mundial.
Trabajando desde abajo, David empezó a avanzar paso a paso, pero con pasos seguros. En el 2020 alquiló en Jaén una pequeña oficina y un almacén para los granos verdes, y lo equipó con un higrómetro y una trilladora. Al año siguiente inauguró una oficina con sala de catación para verificar la calidad de su café. En el 2024 El Morito cuenta con 10 miembros, seis de los cuales son miembros de su familia. Uno de ellos es un primo que se encarga de la contabilidad y la administración de la empresa.
Sin embargo, no ha sido un camino fácil. Poco después de fundar la empresa vino la pandemia del COVID-19. Muchos de los distribuidores internos de granos de café verdes cerraron y no sabía si recuperaría sus ventas. Mientras todo el país se envolvía en la incertidumbre del qué será, David iba perdiendo la confianza de su familia.
Era como avanzar a tientas por un túnel oscuro, y esa inseguridad y frustración provocaba desacuerdos familiares. David cargó con toda la responsabilidad y no pudo dormir ni comer bien durante el año que duró la pandemia. En el fondo de su pecho yacía el temor de decepcionar a su familia.
“Pero nunca perdí la esperanza, por varias razones. En primer lugar, ya había establecido vínculos con empresas y clientes. En segundo lugar, sabia del éxito que estaban teniendo otras plantaciones con la exportación directa de café, como la Finca Soledad en Ecuador que visité y me deslumbró. También estaba inspirado por lo que había escuchado del cafetal Agro Takeshi en Bolivia. Por eso nunca dudé del futuro de la empresa y tenía la certeza de que algún día el problema se resolvería y nos iría bien. Tenía fe en Dios.
Una vez que la pandemia acabó y empezaron a verse los resultados, mi familia se mostró comprensiva y las discordias desaparecieron. Gracias a eso, ahora puedo concentrarme en explorar nuevos mercados y opciones.”
Quería conseguirlo yo mismo
Con un hermano mayor y una hermana menor, David siempre tuvo un fuerte espíritu emprendedor. Esto se debe probablemente a que no podía esperar nada de sus padres que vivían de la producción de café y del pastoreo y no tenían ingresos suficientes. Desde que tiene uso de razón, siempre ha querido evitar preocupar a su familia.
Ni siquiera podía permitirse comprar zapatos baratos y siempre andaba con sandalias incómodas. Hasta en las familias más pobres se acostumbra que los padres, incluidos los de David, den propina a sus hijos, pero él no se sentía a gusto comprando con el dinero que recibía de sus padres.
Cuando David tenía cinco o seis años empezó a vender en el mercado lo que sembraba en la tierra de su familia como culantro, cebollas y granadillas. Cuando tenía siete años se compró un par de zapatillas con su dinero que ganó trabajando. Le costó como dos dolares, pero para ellos era un lujo que requería mucho trabajo. Cuando iba a la primaria ya se compraba sus propios juguetes, ropa y zapatos.
“En cambio, mi hermano y mi hermana esperaban que mis padres les dieran las cosas. De niño me parecía injusto y les reclamaba por qué a mí no me compraban, a lo que me respondían: ‘Es que tu hermano es mayor y tu hermana es menor’. No estaba de acuerdo con su lógica, pero esa frustración me motivaba a trabajar más y comprar cosas mejores que mis hermanos. Siempre he sido una persona que quiere más, y hay muchas cosas que he aprendido tratando de ganarme la vida.
Por ejemplo, recuerdo cuando cultivaba culantro. Como quería aumentar mis ganancias sembré muchas semillas, pero al estar muy juntas las plantas crecieron muy débiles. Y mi hermana, que sembró unas cuantas semillas al lado, tuvo más cosecha. Entonces mi padre me dijo: ‘Eso te pasa por ser codicioso’, pero fue una buena lección. (risas)”
Iluminando el futuro de las generaciones venideras
Si quieres conseguir algo, a veces tienes que arriesgarte y hacer sacrificios. David sabía eso por experiencia desde su infancia, así que fundar su empresa fue una elección natural.
Sin embargo, no todo el mundo puede abrirse camino como David. Cuando David empezó a contratar personal fue entendiendo que no se debe juzgar a los demás.
“Yo no tomo las decisiones importantes sólo, las discuto con mis socios. Recibo muchos consejos y opciones diferentes, y eso ayuda. Cuando vemos que se vienen problemas intentamos encontrar la forma de llevar la situación a través del diálogo.”
El Morito solo lleva cuatro años en el mercado, pero los resultados son tangibles. La productividad y la consistencia de la calidad han mejorado notablemente gracias a la capacitación de los miembros, con lo que han aprendido a seleccionar variedades de calidad resistentes a las enfermedades y desarrollar métodos de cultivo más sistemáticos y ordenados, dejando los métodos tradicionales basados en reglas empíricas.
Ahora que el círculo virtuoso de: subida de precios de venta, mayores ingresos familiares, mejor educación para los niños, reinversión en las plantaciones se extiende por toda la región, David está creando un entorno en el que los hijos de los agricultores quieran trabajar con ellos en el futuro, y en el que las generaciones jóvenes tengan la esperanza de poder vivir del café.
Como parte de esas actividades, desde el 2017, antes de la fundación de la empresa, El Morito hace una campaña solidaria cada Navidad para dar comida y juguetes a niños desfavorecidos (unas 200 familias en 2023). Esto comenzó con el deseo de David de “llevar alegría a los niños”, que, como él, crecen en una familia campesina pobre y superan dificultades.
“Comparando con hace 20 años, cuando yo era niño, ahora el nivel de vida es mucho más alto. Hay acceso a Internet y hay carreteras incluso en los pueblos pequeños. Pero todavía vemos bastante necesidad. Mi sueño es ayudar al mayor número de niños posible creando un espacio educativo que los guíe en el mundo del café y donde podamos compartir. Por mientras hago lo que está a mi alcance, y me siento muy feliz ayudando.”