La aventurera “búsqueda” que le deparó el destino
En los Países Bajos siempre suelo conocer a destacados empresarios del café de mi generación. Muchos de ellos, como Lisanne de Cultivar o Nadine de Primavera Coffee, trabajan en el ámbito de las regiones cafetaleras pero también en el del tueste, y a veces tienen ideas impresionantes. Ellos se caracterizan por mirar al futuro más allá de la generación actual y por tener sus objetivos empresariales dirigidos hacia fuera (hacia los demás) en lugar de hacia dentro (hacia sí mismos). Nosotros pensamos como ellos y queremos caminar a su lado.
Friso, de Coffee Quest, también es uno de ellos. Lo conocí en su oficina de “Amsterdam Roasters”, una tostadora compartida holandesa. Congeniamos mientras parados hablábamos y nos prestábamos los tostadores de prueba. Friso es un hombre enérgico e inteligente, cuya ligereza y rapidez en su trabajo hacen notar su espíritu aventurero. Él y sus colegas siempre nos trataron abiertamente a nosotros los recién llegados y aprendimos mucho de ellos. Cada vez que visitaba sus oficinas y laboratorios y escuchaba sus historias, me iba con una bonita sensación.
En una ocasión tuvimos la oportunidad de catar los cafés colombianos y brasileños que tenían. La calidad era excelente y sentimos que queríamos presentarla a los tostadores japoneses, lo que surgió en esta colaboración.
Coffee Quest es una empresa cafetera con oficinas en los Países Bajos, Estados Unidos, Brasil y Colombia, y la diversidad de su negocio va desde la inversión en regiones cafetaleras hasta la importación y exportación del café. Como su nombre en inglés (Quest) indica, han continuado sus “búsquedas” haciendo amigos a través de encuentros fortuitos. Esta vez hablamos con Ronald, representante de Coffee Quest Colombia y uno de estos amigos de Friso. Se sentó y nos contó cómo inició su aventurera búsqueda; de su propia historia personal y de la producción cafetera colombiana actual.
De periodista al café de especialidad
Empecé a estudiar periodismo porque me interesaban las culturas extranjeras y quería vivir viajando. Durante 20 años viajé por el mundo como fotoperiodista, aportando fotografías y artículos a revistas de Europa y Estados Unidos. Me centraba en problemas sociales y he estado en zonas de guerra en varias ocasiones. La mayoría de los artículos que escribía se enfocaban en cómo la gente vivía en circunstancias difíciles. Una vez me encargaron que escribiera en serie sobre el cambio climático durante varios años, lo que despertó mi interés por la producción de café. Hace unos diez años conocí a una colombiana con la cual me casé y me mudé a Colombia. Eso fue lo que marcó mi destino.
Su interés original por los temas sociales y su conexión con el país de Colombia le llevaron finalmente a un nuevo ámbito: el café.
Cuando formé mi familia en Colombia, empecé a cuestionarme sobre mi estilo de trabajo, que era viajar por todo el mundo. No quería separarme de mi familia, así que aumenté mi trabajo en Colombia, pero los artículos que me pedían escribir eran todos sobre los aspectos negativos de Colombia, como las guerrillas, las bandas de narcotraficantes y la violencia. Empecé a sentirme cansado de contar sólo aspectos negativos de Colombia que es un país tan bello. Lo negativo nunca es la única verdad.
Justo en ese entonces conocí el café de especialidad. El primo de mi esposa tenía una cafetería de café de especialidad. Él nos hizo una presentación a toda la familia —incluyéndome a mí— sobre el café de especialidad. Era una época en que los profesionales de café en Colombia estaban obsesionados por dar a conocer el café de especialidad. Era una época en la que la gente todavía no tenía ni idea de lo que era el café de especialidad ni de lo alta que era la calidad del café que cultivaban los caficultores colombianos.
Colombia, que ahora es uno de los principales productores de cafés de especialidad en el mundo, solía comerciar únicamente con café básico a precios internacionales. Al saber Ronald de ese movimiento de cafés de especialidad que estaba surgiendo en Colombia, se inspiró y actuó rápidamente.
Conocí a algunos caficultores y descubrí lo difícil que era para ellos vivir de la producción de café. Debido a los bajos precios internacionales no podían exportar, y sólo vendían su café en el mercado local. Así que, como un proyecto hobby, decidí enviar sus granos de café verde a los Países Bajos para que los tuesten y venderlos en línea. Conseguimos una tostadora socia en los Países Bajos. Ella tostaba los granos de café verde y yo me encargaba de la página web. Empezamos a vender y sus pedidos de granos de café verdes crecieron diez veces más de lo esperado. Me di cuenta de que había una gran demanda de café de especialidad colombiano.
Decidí montar un negocio de granos de café verde en Colombia y formulé dos estrategias: La primera es que yo, como holandés, sea el único mediador entre el caficultor y el tostador, para que la cadena de suministro sea lo más corta posible. La segunda es centrarme en el café de alta calidad para aumentar los ingresos de los caficultores. Ambas estrategias tienen como objetivo mejorar el futuro de los caficultores.
Así es como Ronald se introdujo en el café de especialidad. Tal vez el café le dio a Ronald esa sensación de logro que no consiguió con el periodismo.
Para ser sincero, hace años que no toco una cámara. Pero no me arrepiento. Me siento muy feliz de estar en la industria del café. Aunque claro que a veces me dan ganas de viajar.
La inauguración de Coffee Quest
Su negocio propio acelera inesperadamente después de un accidental encuentro.
Pasaron unos años desde que fundé mi negocio y creció hasta un punto en el que ya no podía administrarlo solo. Por aquel entonces en Colombia conocí a un estadounidense llamado Stephan y empezamos a trabajar juntos y a exportar a Estados Unidos además de Europa.
Hace cinco años también conocí a Friso y a Michiel en el Amsterdam Coffee Festival. Ellos, al igual que yo, dirigían su propio negocio de granos de café verde. Congeniamos y empezamos a trabajar juntos primero en las ventas. Luego de conversar decidimos que tendría más sentido combinar todos nuestros negocios en uno solo, y los tres concordamos en hacerlo y nombrarlo “Coffee Quest”.
Esta unión ha supuesto un ritmo de crecimiento mucho más rápido para cada uno de nosotros, y ya tenemos un equipo de 20 personas en el negocio colombiano. Si no nos hubiéramos conocido aquella vez, ninguno de nosotros habría conseguido lo que Coffee Quest está logrando ahora.
El nombre Coffee Quest fue tomado del nombre del negocio de Ronald. Un viaje que comenzó una persona caminando sola se convirtió en una aventura al unirse amigos, y entre todos van en “busca” de algo mejor. Nosotros podemos comprender el dinamismo y la emoción que deben haber sentido en ese momento, porque lo estamos sintiendo ahora mismo.
Cambios en el país productor de Colombia
La industria cafetera colombiana ha estado monopolizada durante décadas por la Federación Colombiana de Cafeteros y un número limitado de grandes exportadores. El mercado se abrió hace unos 15 años, permitiendo a los caficultores obtener sus propias licencias de exportación. Este cambio ha permitido a muchos caficultores vivir del café. El 90% de los cafeteros de Colombia eran pequeños caficultores cuales la mayoría vivían casi en la pobreza, pero ha nacido la posibilidad de obtener altos ingresos aunque el cafetal que se tenga sea pequeño.
A partir de ahora, los pequeños caficultores colombianos se dividirán en dos grupos: los que no pueden adaptarse a estos cambios y los que pueden adaptarse con flexibilidad.
Por ejemplo, las plantaciones de café de Brasil están situadas en las llanuras y están industrializadas, lo que les permite a sus caficultores producir un café más barato que Colombia. Muchos cafetales colombianos están situados en las laderas de las montañas y la cosecha tiene que hacerse a mano, lo que requiere mucho tiempo y trabajo. Por eso, la única manera de garantizar la supervivencia de la producción cafetera colombiana es aumentar la calidad y el precio del café. De lo contrario, los productores que se limiten a seguir con el sistema agrícola antiguo sin voluntad de mejorar la calidad, tendrán problemas en el futuro.
La realidad es que incluso Colombia, tercer productor de café del mundo, corre el riesgo de ser eliminado por otros países.
Primer local de compra de café
Hace unos cinco años, un productor de café se comunicó conmigo y me dijo: “Me estoy comunicando en nombre de 25 caficultores. A todos nos encantaría trabajar con usted”. A lo que le respondí: “Envíeme sus muestras, las cato y le aviso”. Días más tarde suena el timbre de la oficina, abro la puerta, y estaba aquel productor parado con una gran bolsa. Había recogido las muestras de los caficultores y viajado 15 horas en autobús nocturno para entregármelas. La calidad del café que traía era muy alta, superando los 86 puntos. Lo cultivaban caficultores de zonas que habían estado más de 15 años aislados por la guerrilla sin tener contacto con compradores extranjeros, y que viajaban varias horas para vender su café en el pueblo vecino.
Al año siguiente creamos un local de compra de café con ese grupo de caficultores. Fue nuestro primer local de compra. Sus cafés no están incluidos en esta oferta porque las cantidades aún no son estables, pero mi trabajo con ellos es especial para mí.
En Colombia debe haber un sin fin de caficultores como ellos. La correcta evaluación del café cultivado por estos productores y su introducción en el mundo, contribuyen directamente a elevar su nivel de vida y la sostenibilidad del café de calidad. Y para los tostadores y los consumidores, es una oportunidad de encontrar aún más café de calidad. El local de compra de café de Coffee Quest desempeña un papel importante para esta “circulación”. Esta iniciativa es, sin duda, la fuente de la pasión de Ronald.
Acerca del futuro
¿A qué horizontes apunta Coffee Quest Colombia?
Queremos convertirnos en el modelo a seguir del sector y hacernos conocidos hasta el punto en que sea algo normal pagarle a los productores un precio justo. Queremos también poner estaciones de lavado, y comprar y procesar el café de los caficultores que no tengan la motivación de dedicar su trabajo a los cafés de especialidad, y venderlo. Para eso pensamos desarrollar un proceso reproducible, creando un entorno en el que se puedan controlar diversos factores como la temperatura, la humedad y el pH. La demanda de microlotes colombianos de alta calidad sigue creciendo y siempre hay escasez. Nuestras propias estaciones de lavado serán una forma de mitigar esa escasez.
Ronald trabaja encarando la realidad del vasto país productor de café, Colombia. En el cambiante mundo del café, nadie puede predecir cómo será la situación de la producción cafetera colombiana dentro de 10 o 15 años. Su búsqueda aventurera por la excelencia recién ha empezado.