Amor De Dios Rolando Martínez

Rolando Martínez

Amor De Dios

La epidemia cafetera de la roya me hizo hacer un buen café

ボリビアのコーヒー農園Amor De Dios

En la población de Taipiplaya, a 45 minutos en auto al sureste de Caranavi, Rolando Martínez dirige una plantación de café. Rolando fue instructor técnico de cultivo de café en una cooperativa agrícola de la ciudad centro oriental de Santa Cruz. En el año 2000, cuando tenía 32 años, se trasladó a Taipiplaya y dos años después empezó a producir café como cultivador.

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El café de buena calidad sabe a fruta y a cacao, mientras que el de mala calidad sabe tan mal que no quieres beberlo y huele a fermentado. Creo que el buen café es altamente adictivo, casi como la Coca-Cola. Ja, ja, ja.

Formado en una academia profesional y con experiencia de instructor técnico en el cultivo de café, la perspectiva de Rolando sobre el café es un poco diferente a los demás caficultores.

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La clave para hacer un buen café es recoger las cerezas maduras y secarlas bien, pero lo más importante es cuidar las plantas: podar los cafetos, cortar la hierba mala y mantener la plantación limpia.

No es que Rolando haya sabido esas claves desde que empezó a cultivar café, y eso que ganó el cuatro lugar de la Taza de Excelencia. Sucede que en el 2015, el café de la plantación de Rolando desapareció debido a la enfermedad de la roya propagada al importar variedades brasileñas.

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Con su única fuente de ingresos completamente perdida, ya que sólo producía café, Rolando se fue a trabajar al restaurante de su familia en la ciudad para sobrevivir. Después de un año sin cosecha alguna, se pasó tres años plantando cafetos nuevos desde cero.

Por supuesto que me apenó, pero aprendí mucho gracias a ello. Antes dejaba el cafetal descuidado e iba solo a cosechar el fruto de los árboles, pero después de experimentar la enfermedad cafetera de la roya, me hice más consciente de la necesidad de cuidar las plantas. Como resultado, aumentó la carga de trabajo, pero la calidad del café mejoró notablemente.

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Hace 18 años que Rolando pasó de ser comprador de granos de café verde a caficultor. Si no ha perdido su pasión por el café a pesar de las dificultades, es porque ha aprendido que en el mundo del café de especialidad, el trabajo duro es recompensado.

Estoy orgulloso de que la calidad del café boliviano haya mejorado tanto y sea reconocida en todo el mundo. Dedicarme al cultivo de café siempre fue mi sueño, y quiero seguir haciéndolo hasta el fin de mis días.

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Para Rolando, el poder hacer comercio directo es una bendición y se debe al “amor de Dios”.

Nunca imaginamos que el café que producimos sería directamente entregado a los tostadores de otros lados del mundo. Si los destinatarios de nuestro café quedan satisfechos, siento que todo nuestro esfuerzo no fue en vano. Será una alegría que podamos seguir conectados, manteniendo una relación que nos satisfaga mutuamente.

Texto original en japonés: Tatsuya Nakamichi

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