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La producción de café por parte de caficultores independientes: El café mexicano sabe a revolución.
México, un país ubicado en el límite norte del cinturón del café marcado por el Ecuador. Es por ello que su producción de café se limita a su región sur. Entre todas estas, la región más meridional del país, el estado de Chipas es la mayor productora de café, representando el 40 % de la producción nacional. Este estado también hace frontera con la vecina Guatemala. Y lo cierto es que en el pasado, el territorio de Chiapas formó parte de la entonces intendencia de Guatemala. Tras la declaración de independencia de la provincia de Guatemala del imperio español, los territorios chiapanecos se incorporaron al imperio de México. Al igual que en Guatemala, más de la mitad de la población de Chiapas tiene sangre maya, por lo que es correcto pensar que en aspectos culturales es muy similar a Guatemala. También por esto, hay granos de café de Chiapas que son muy parecidos a los producidos en Guatemala. Sin embargo, en aspectos políticos, México y Guatemala han sido muy dispares, lo que se traduce en diferencias en la calidad de sus cafés.
Los logros de la revolución mexicana
La llegada del café a México fue anterior a su independencia de España. Los españoles que, tras Cristobal Colón, llegaron al conocido como el Nuevo Mundo, conquistaron el actual territorio mexicano con el uso de las armas, y explotaron a los indígenas como mano de obra para la extracción de minerales como la plata. Una vez se agotaron los recursos minerales, se siguió explotando a los indígenas para el cultivo de alimentos. Desde mucho antes, los indígenas poseían tierras comunales en las que cultivaban maíz. Sin embargo, la dictadura de Porfirio Díaz surgida tras la independencia de México de España, arrebató a los indígenas las tierras comunales, y las transformó en campos de cultivo de café y caña de azúcar.
Los indígenas que habían perdido sus tierras, se sublevaron para recuperar su tierra y su libertad. La Revolución Mexicana se inició el 20 de noviembre de 1910. Cabe recalcar que la revolución en México se desató antes incluso que la revolución rusa del año 1917. Uno de los principales líderes de dicho movimiento fue el reconocido héroe revolucionario Emiliano Zapata. A pesar de que Zapata fue asesinado durante una emboscada militar, su nombre sigue vigente en la actualidad.
Tras el triunfo de la revolución, se promulgó una reforma agraria en el año 1914. Los campesinos indígenas liberados gracias a la Legislación del Trabajo, aunque de pequeña extensión, lograron hacerse propietarios de sus propias tierras. Entre estos campesinos, también había caficultores. En el año 1958, el gobierno mexicano con el fin de brindar apoyo a la autosuficiencia de los caficultores creó el Instituto Mexicano del Café (INMECAFE). En el año 1973, expandió sus actividades, con el fin de brindar un firme apoyo a los pequeños caficultores en el ámbito técnico y financiero. Fue gracias a la actividad de este instituto por lo que la producción del café mexicano registró un crecimiento exponencial. En la década de 1980, el café representaba el 35 % del total de la producción agraria del país.
El tener presente al pueblo como el principal objeto de las medidas del gobierno caracteriza a la política surgida con la revolución mexicana. Esta forma de hacer política logró ser sustentada a lo largo del tiempo gracias a un partido de peculiar nombre, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). El nombre del partido hace referencia a su misión de garantizar de forma institucional los logros ganados con la revolución. El PRI es el mayor partido de México, y desde su formación en el año 1929, ostentó el poder político durante 71 años de forma ininterrumpida hasta el año 2000.
Su monopolio del poder político durante tantísimos años, se tradujo en la creación de un sólido régimen gubernamental. El PRI con el apoyo de las organizaciones empresariales y las organizaciones agrícolas, logró que a nivel estatal se atendieran las preocupaciones de la población, se brindará empleo a los jóvenes, o se ofrecieran beneficios concretos a la población. Todo esto fue lo que hizo que el PRI mantuviera su poder en el gobierno durante tantos años. Sin embargo, toda organización que continúa durante mucho tiempo, acaba corrompiéndose. Las causas revolucionarias cada vez estaban menos presentes en las políticas del PRI, hasta que se convirtió en un partido que exclusivamente protegía sus derechos adquiridos.
El detonante de un cambio en la política mexicana fue el neoliberalismo y la ola de globalización. El gobierno de Carlos Salinas de Gortari, olvidándose de las causas revolucionarias, procedió a la privatización de empresas estatales. En el año 1989, se dejó de ofrecer apoyo a los caficultores, y se cesó la actividad del Instituto Mexicano del Café (INMECAFE). Y no solo esto, en el mismo año se suspendió el Convenio Internacional del Café, que provocó una estrepitosa bajada del precio del mercado internacional de café hasta la mitad del precio de venta respecto al año anterior, y una reducción del 35 % en la producción del café mexicano. Hubo caficultores que registraron una bajada de incluso el 70 % de sus ingresos en dicho año. También hubo caficultores que decidieron abandonar el cultivo de café a causa de esta súbita bajada en sus ingresos. En medio de toda esta situación, la zona más castigada económicamente de México comenzaba a desquebrajarse.
El levantamiento armado enfundado en el anonimato del pasamontañas
El factor decisivo para el levantamiento armado fue la firma del gobierno mexicano y la entrada en vigor el 1 de enero de 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN por sus siglas en español, NAFTA por sus siglas en inglés), que habilitó una zona de libre comercio entre Canadá, Estados Unidos y México. Los más afectados por el impacto de la importación de cultivos extranjeros, llegados bajo el nombre de libre comercio, serían los pequeños campesinos pobres. Por mucho que el gobierno mexicano ignorara los intereses de su pueblo, la población no podía quedarse callada. La luchas de la sociedad por sus intereses es algo que caracteriza a México desde su revolución.
En el estado de Chiapas, centro de la producción cafetera del país, surgió una revuelta de personas que con el uso de las armas se oponía a las políticas neoliberales. En ocasión de la celebración del Año Nuevo, coincidiendo con el inicio del año, a las 00:00 del 1 de enero de 1994, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) hizo su presentación pública en la plaza central de San Cristóbal de las Casas, capital histórica de la provincia de Chiapas. Todos los miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) aparecieron ataviados con pasamontañas, que solo dejaban descubiertos sus ojos, y armados con metralletas. El número total era de unos 800 guerrilleros. La guerrilla hizo un llamamiento a la población local que celebraba el Año Nuevo: “Es mejor morir luchando, que morir de hambre”.
El estado de Chiapas es conocido como el tercer mundo de México. Este estado vive una realidad completamente diferente a la de la moderna capital del país, la Ciudad de México, más de la mitad de la superficie del estado está ocupada por el altiplano central y la extensa selva Lacandona. La gran mayoría de su población es indígena, el 90 % de la población vivía en condiciones de pobreza trabajando por menos del salario mínimo, y más de la mitad sufría de malnutrición. La tasa de hambre era del 80 %. Los alimentos de la población local eran prácticamente solo el maíz y el frijol, que se cultivaban en pequeñas plantaciones, y el café de cultivo doméstico. La mitad de los hogares no tenía acceso al agua potable, y solo un tercio de los hogares tenía acceso a la red eléctrica. Para una región como Chiapas en la que su población vivía en tan terrible situación, la política del gobierno mexicano de importar en grandes cantidades el maíz barato estadounidense, provocó que se dejara de vender el maíz de sus campesinos. El empeoramiento de la situación de los chiapanecos, finalmente, desató un levantamiento armado. La población tuvo que levantarse al grito de “¡Ya basta!”.
La población reclamaba que “Durante cientos de años por mucho que hemos creído que se harán realidad las promesas que hemos demandado, ninguna se ha materializado. Si nosotros no luchamos, nuestros hijos se enfrentarán a la misma realidad”. Para los chiapanecas, el gobierno mexicano les había traicionado por su falta de implementación de medidas políticas como la devolución de las tierras de cultivo arrebatadas en el pasado. Su acción premeditada aprovechando la celebración de Año Nuevo, sorprendió al ejército mexicano. Mientras tanto, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ocupó la ciudad de San Cristóbal de las Casas y otros seis municipios cercanos. El gobierno mexicano reforzó el envío de fuerzas militares, y se provocó una situación de guerra. Hasta que en el año 1996 se llegó a un acuerdo, y el gobierno de México firmó con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional los Acuerdos de San Andrés sobre Derechos y Cultura Indígena.
La provocación por parte del gobierno de una revolución de los indígenas significaba que el poder institucional se había desligado del espíritu original de la revolución mexicana. El Partido Revolucionario Institucional (PRI), por primera vez, perdió el apoyo popular en el año 2000, y dejó paso al gobierno del presidente Vicente Fox del Partido Acción Nacional (PAN). Un año más tarde, en 2001, los zapatistas llevaron a cabo una masiva marcha pacífica en la Ciudad de México. En la capital del país fueron recibidos por más de un millón de ciudadanos que compartían sus proclamas, y la comandante Esther, representante del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), ataviada con su pasamontañas, reivindicó sus proclamas en el Congreso de la Unión. Sí, así es, la comandante Esther dio un discurso en la tribuna del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos… El desarrollo de un episodio tan extraño, muestra de nuevo lo interesante que es la política mexicana.
Esto también tiene que ver con la tradición legada desde la revolución mexicana. Al fin y al cabo, el nombre adoptado por la guerrilla de liberación nacional fue el de zapatistas en referencia a Emiliano Zapata, líder del ejército revolucionario en la revolución mexicana. Los zapatistas reivindican ser la fuerza defensora para la creación del México contemporáneo. En el himno zapatista se exclama “¡Vivir por la patria o morir por la libertad!”. En su levantamiento, los zapatistas lanzaron la primera Declaración de la Selva Lacandona, en la que declararon su idea de que ellos, los indígenas, son la verdadera representación de México como país.
Visita a un Municipio Autónomo Rebelde Zapatista
En abril de 2004, al enterarme de que se celebraría un encuentro en ocasión del décimo aniversario del levantamiento armado, decidí adentrarme en uno de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas. Viajé en avión desde la Ciudad de México a San Cristóbal de las Casas, en donde anduve por sus calles. Visité una tienda especializada en productos zapatistas, ya que me habían comentado que si iba allí me contactarían de la Comandancia General. Y lo cierto, es que así fue, me dijeron que regresara en un plazo de tres días, y me otorgaron el permiso para entrar a los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas.
Me subí a un taxi y me adentré en las montañas. En el trayecto, había puntos de control del ejército mexicano, pero los pasamos sin necesidad de detenernos. Parece que en días normales llevaban a cabo algún control rutinario, pero por tratarse del aniversario del levantamiento estaban pasándolo por alto para no agravar la situación. Unos treinta minutos después, al avanzar hacia el fondo de la montaña, nos encontramos con un enorme cartel en el que se leía “ESTÁ USTED EN TERRITORIO ZAPATISTA EN REBELDÍA. AQUÍ MANDA EL PUEBLO Y EL GOBIERNO OBEDECE”. Esa señal marcaba la entrada al Municipio Autónomo Rebelde Zapatista.
En un costado de la carretera había una caseta. Esta servía como caseta de aduanas. En una de las ventanillas mostré mi pasaporte. Inspeccionaron mi equipaje, y accedimos al interior del municipio. A unos 100 metros de la entrada, bajando una cuesta, se encontraba un escenario al aire libre. Este era el escenario donde se celebraría el encuentro en ocasión del décimo aniversario del levantamiento armado. En el trayecto de la cuesta hacia el escenario había una escuela y un salón de actos. En una de las paredes había pintado un mural que representaba a una guerrillera ataviada con pasamontañas, cargando un bebé sobre su espalda y un arma sobre su hombro. También había murales que representaban a los héroes zapatistas y a los héroes de la revolución cubana, entre otros, el rostro del Che Guevara.
En las tiendas vendían los pasamontañas que usaban los zapatistas. Probé a ponerme un pasamontañas, se sentía un calor húmedo inaguantable. Al fin y al cabo el pasamontañas era de lana. Y aunque el clima de Chiapas sea subtropical, nos encontrábamos en lo alto de una montaña a una altitud de más de 2000 metros. Es probable que por la noche sí hiciera frío, y estos pasamontañas sirvieran de protección térmica. La parte superior del pasamontañas estaba adornada con un pompón, tan lindo que me recordó al de los gorros de esquí de los niños, y que inconscientemente me dio cierta tranquilidad.
Poco después de desatarse el levantamiento armado, cierto periodista estadounidense le preguntó a uno de los líderes zapatistas la razón por la que se cubrían el rostro con una especie de gorro de esquí, a lo que este le respondió que “Para que no aparezca ningún líder que sobresalga sobre los demás. Nosotros no estamos lideramos por una estructura dictatorial, sino por la organización”. Según los zapatistas, la razón de ocultar su rostro bajo un pasamontañas se basaba en la democracia. Aunque, por supuesto, también tenía el objetivo de que sus identidades no fueran desenmascaradas por el ejército mexicano.
Sobre las sillas del escenario estaban sentados los líderes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) con sus rostros escondidos bajo pasamontañas. El recinto se fue llenando con más y más personas. También llegaron hombres indígenas vestidos de jaraneros, es decir, con ropa blanca adornada con múltiples lazos coloridos y un sombrero de color blanco. En el escenario representaban a la comandante Esther, líder en el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El contenido de la actuación era para celebrar el décimo aniversario. Posteriormente, hubo una representación de danza folclórica. Las mujeres con vestidos indígenas hicieron alarde de sus destrezas en el baile, acompañadas del sonido de la marimba chiapaneca. El público, sentado sobre el césped de la cuesta, aplaudía eufórico. Finalmente el público también se levantó, y todo el mundo salió a bailar en la plaza de delante del escenario.
Para el ejército mexicano no hubiera sido para nada complicado aprovechar tal momento de celebración para atacar. Pero, lo cierto es que en el pasado el ejército mexicano ya había atacado los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, sin embargo, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) resultó vencedor por su ventaja sobre el terreno, y al ejército no le quedó otra que retroceder. Sin duda, resulta misterioso que en esta tierra de tan marcada tensión política se produzca el café.
En la actualidad 250 mil personas siguen viviendo en este municipio autónomo rebelde zapatista. Hay municipios que gestionan cafetales de forma comunal bajo cooperativas, y que incluso exportan al extranjero el café que probablemente. Probablemente, los granos de café de organizaciones afines al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) también se exporten a los respectivos países de todos nuestros lectores.
Al estado de Chiapas, durante la era Meiji, llegaron 35 japoneses para cultivar café. Eran parte del primer grupo de inmigrantes japoneses destinados a fundar la Colonia Enomoto, un plan organizado por el Canciller de Exteriores de Japón, Takeaki Enomoto, quien anteriormente había liderado el confinamiento de los soldados de los Tokugawa en el fuerte Goryokaku en Hakodate (Hokkaido), parte de los altercados del periodo conocido como Bakumatsu, los últimos años del shogunato Tokugawa. Estas familias japonesas llegadas a Chiapas no tenían ningún conocimiento previo sobre el café, ni tampoco contaban con el capital suficiente, lo que les obligó a disolver la colonia en solo 3 años. Aun así, a raíz de esta misión japonesa, hoy día siguen viviendo personas de ascendencia japonesa (nikkei) en el estado de Chiapas.
El café mexicano sabe a revolución
La producción de café en México se sigue caracterizando hoy día por su gran número de pequeños cafetales. En la actualidad, en todo el territorio mexicano hay cerca de cinco millones quinientos mil campesinos, entre estos, casi una décima parte, aprox. quinientos cuarenta mil, se dedican a la producción de café. El 85 % de ellos son indígenas. Y de los cafetales, el 95 % son de pequeñas dimensiones de menos de 3 hectáreas. Por el hecho de que es difícil la gestión empresarial individual de cada uno de estos cafetales, la mayoría comercian bajo un sistema de cooperativa.
Los caficultores mexicanos se caracterizan por priorizar una producción bajo certificaciones orgánicas y de comercio justo. No son pocos los caficultores mexicanos que cultivan café certificado como orgánico. En el año 1989, cuando el Instituto Mexicano del Café (INMECAFE) cesó su actividad, ocupando el lugar del gobierno, las cooperativas organizaron a los caficultores, y a la vez que les apoyaron técnica y financieramente, les recomendaron implantar el cultivo orgánico. También en este sentido, la unión de fuerzas por parte de la población para lograr su independencia, sin dejar todo a merced de las decisiones del gobierno, vive la tradición de la revolución mexicana.
La cantidad de producción de café en México ocupa el noveno puesto mundial, el 80 % de esta producción se destina a la exportación. Sin embargo, si comparamos su volumen de exportación a escala mundial, el café mexicano no llega a representar ni el 1 % de toda la producción mundial. Por su proximidad con los Estados Unidos, la mayor parte del café producido en México se exporta a los Estados Unidos o a países de la Unión Europea. En Europa y Norteamérica muchos consumidores se preocupan por su salud. El café orgánico responde a las demandas de estos consumidores.
El café producido en el estado de Chipas se ha ganado el reconocimiento como Taza de la Excelencia en competiciones internacionales, este es un café muy valorado por su aroma y su agradable sensación en el paladar. En el año 2012, una plaga de sarro devastó las hojas de café, dejando al sector cafetero con terribles daños, pero por suerte, la producción se ha recuperado, y las exportaciones también han aumentado.
El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sin duda, entre todos los líderes históricos del país es el que está implementando las políticas más cercanas al espíritu de la revolución mexicana. El sabor del café mexicano es el de la revolución arraigada a su tierra.