Guatemala
El país de Guatemala
Guatemala es uno de los principales países de América Central. “Ciudad de Guatemala”, su capital, es la mayor ciudad de Centroamérica y la segunda más poblada después de México. La civilización maya floreció en la antigüedad y hoy más del 40% de la población sigue siendo indígena, y se hablan más de 20 lenguas de origen maya. Su entorno natural con muchos volcanes y sus suelos de ceniza volcánica, produce un café excelente. Muchos turistas visitan Guatemala cada año, atraídos por las ruinas de la civilización maya y las coloridas calles de Antigua; pero desde la pandemia no se ve gente en Antigua, que siempre fue muy concurrida. El impacto económico de esto es inconmensurable.
Guatemala fue invadida por España hacia el año 1500 y se independizó como República de Guatemala hacia el año 1800. Luego, a finales del siglo XIX, entró capital extranjero al país, donde el poder económico alemán aumentó en la producción de café (todavía quedan muchas plantaciones y empresas cafeteras dirigidas por inmigrantes alemanes). El poder alemán declinó y, a medida que las empresas estadounidenses obtuvieron poderes de monopolio sobre la fruta, el poder estadounidense se extendió.
Producción de café en Guatemala
El café llegó a Guatemala en el año 1700. Los misioneros jesuitas la trajeron como planta de adorno. En aquella época, las principales industrias de Guatemala eran el teñido de índigo y los tintes de cochinilla (de insectos cochinilla), pero la invención de los tintes sintéticos provocó un fuerte descenso de la demanda, y la industria del café se elevó a la cima. En la década de 1880, el café representaba hasta el 90% de las exportaciones de Guatemala.
Japón es actualmente el segundo importador mundial de café guatemalteco —después de Estados Unidos—, con un 20% del total de las exportaciones. El café guatemalteco es muy conocido en Japón, que es un importante país importador para Guatemala.
Guatemala y la pobreza
La producción cafetera guatemalteca se ha desarrollado junto a la de Costa Rica y Panamá, y los propietarios de las grandes plantaciones que existen desde hace generaciones suelen ser ricos. Ellos conocen el mercado internacional del café de especialidad y algunos cafetaleros celebran subastas privadas. Mientras tanto, la tasa de pobreza en Guatemala supera el 50%, e incluso más del 70% en las zonas rurales. La recolección de café de especialidad es considerada un trabajo muy lucrativo para los trabajadores estacionales de bajos recursos, pero siguen existiendo muchos problemas en su entorno laboral.
En una visita a una gran plantación en Antigua, fui testigo de algo que no puedo olvidar. Nos invitaron a almorzar a una casa de huéspedes propiedad de un caficultor. La casa estaba amueblada al estilo colonial y las comidas eran servidas por varios empleados. Luego nos llevaron en un lujoso 4×4 a una plantación de café, donde vimos a muchos trabajadores estacionales sucios con tierra.
Son trabajadores estacionales llamados “recolectores”. Recogen las cerezas de café una a una a mano para luego clasificarlas y embolsar sólo las cerezas maduras. Su pago es por peso. Como el café se cosecha una vez al año, dejan la zona una vez terminada la temporada cafetera y se van a trabajar en otros cultivos, como la cosecha de caña de azúcar.
Después de estar allí un rato, me di cuenta de que había niños. Los niños miraban a los adultos trabajando y corrían por la zona. El lugar de trabajo, situado en las empinadas laderas de la plantación de café, no es un lugar seguro para los niños, con el intenso tráfico de camiones y la tierra. Los niños, aunque cubiertos de tierra, reían.
Los productores suspiraron ante el panorama. Para mejorar estas condiciones de trabajo, primero les pedimos a los recolectores que dejaran a sus hijos con otra persona y vinieran a trabajar. Pero no querían, decían que cómo los íbamos separar de sus familias. Entonces les dijimos que haríamos guarderías y escuelas para que dejaran a sus hijos mientras trabajan. Pero nos dijeron que les preocupaba dejar a sus hijos al cuidado de extraños y tampoco quisieron. Somos igual de guatemaltecos, pero hablamos un idioma diferente y tenemos una cultura diferente. Es difícil comunicarnos.
¿Se debe “obligar” a los trabajadores estacionales a trabajar en un entorno que garantice la seguridad y la educación de sus hijos? Está claro que la educación de los niños es la clave para salir de la pobreza, sin embargo, tampoco es correcto ignorar su cultura, en la que dicen ellos que las familias deben estar juntas. Construir una escuela o donarles dinero no siempre mejora la vida de los trabajadores de las zonas cafetaleras. Fui testigo de esta realidad en Guatemala. Hasta en las tierras consideradas la flor de los países productores de café, tienen sus luces y sombras. La comunicación directa con los caficultores a través del comercio directo, permite acercarse a la verdad de las regiones cafeteras. Sólo ahí tenemos la oportunidad de comprender en profundidad la raíz del problema y contribuir a su solución. Esto está directamente relacionado con la sostenibilidad del café.